TEGUCIGALPA, HONDURAS
Paredes de adobe que datan de más de medio siglo de construcción y portones trancados con las medidas mínimas de seguridad son parte de la arcaica estructura penitenciaria del país en la actualidad.
Estos aspectos son los que, en cierta medida, han propiciado las fugas esporádicas de privados de libertad de los distintos reclusorios en el país.
German McNiel, subdirector del Instituto Nacional Penitenciario (INP), reconoció que “podemos atañer que en gran medida la infraestructura de varios centros penitenciarios data de muchos años y ya dieron su vida útil”, lo que ha facilitado las fugas.
McNiel aseveró que “hay algunos centros penitenciarios que ya no reúnen las condiciones necesarias de seguridad para poder tener privadas de libertad a algunas personas y es por ello que pudiera atribuírsele en cierta manera a esto”, acotó.
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La mayoría de los reclusorios
El problema lo enfrentan en su mayoría los reclusorios de las ciudades o municipios más pequeños del país, en donde están internos reos considerados de menor
peligrosidad.
Sin precisar un número, las autoridades del INP admitieron que las falencias existen debido a las estructuras donde se resguardan a los convictos, no tanto así por las medidas de seguridad que ejerce el personal humano de este instituto.
Actualmente funcionan en el país 26 centros penales y tres anexos que están ubicados en igual número de batallones militares. La población penitenciaria asciende a 20,085 personas, según el último registro.
Por medio de un túnel que habían cavado en una pared de adobe, el lunes recién pasado se fugaron siete reclusos del centro penal de la ciudad de Yoro. Cuatro de ellos fueron recapturados por la Policía Nacional, a solo unas horas del escape. Desde el INP aseguran que las reformas están orientadas a evitar estos actos.
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