TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Motivados por los signos dictatoriales de políticos en el poder y haciendo uso del aparato estatal para pretender seguir gobernando, en 2017 y 2021, por primera vez desde 1982, se estrenó la modalidad de las alianzas políticas para lograr llegar a la presidencia de Honduras.
Las alianzas o coaliciones surgen como método emergente ante la incapacidad que ahora tienen las instituciones políticas para lograr por sí solas, llegar a la presidencia del país.
Las alianzas entre los mismos políticos dejaron de ser una opción que responde a los intereses del pueblo porque, está demostrado que el único propósito es lograr el poder para intereses particulares, analizaron expertos políticos consultados por EL HERALDO.
“El tema de las alianzas ha sido un aprendizaje”, dijo en primera instancia la analista Julieta Castellanos. Pero también no resultan ser tan saludables para la democracia por las discordias entre los partidos que conforman una unión.
Para ejemplificar, la única vez que funcionó la alianza para llegar a la presidencia fue en 2021 con Xiomara Castro a la cabeza y Salvador Nasralla como segundo jerarca.
“En el concepto que todos tenemos, Libre gana por el apoyo que le da el PSH. Antes del 13 de octubre de 2021 que anunciaran la alianza, Libre no estaba bien en las encuestas. Ellos precisamente buscaron las alianzas porque sabían que no ganarían solo”, analizó Castellanos.
En ese sentido, “las alianzas han sido un éxito para el partido que encabeza la alianza, sin embargo, es un fracaso y una ingenuidad del PSH que no pudo negociar”.
Ante esta modalidad y al ver el fraccionamiento en el funcionamiento que hay entre Libre y PSH en la actualidad, la experta política sugirió que las “alianzas se hicieran sobre un documento programático más claro y específico”.
En tanto, otros analistas miran que las alianzas pueden lesionar la democracia porque la unión de dos partidos puede provocar que el voto duro de cada institución se abstenga del sufragio ante la inconformidad de las instituciones que puedan hacer fórmula.
“La mejor alianza debe ser entre un aspirante honesto, que no se mira, con el pueblo sin partido, que son más de tres millones de votantes. De seguir las alianzas entre políticos prostituidos solo minan la esperanza de quienes creen en la democracia como sistema ideal de desarrollo”, analizó el especialista Raúl González.
Desde 2017, las alianzas entre fuerzas políticas tomó fuerza entre dos y hasta tres instituciones políticas para llegar a la primera magistratura del país, pero en ese entonces no hubo éxito.
Los electores acostumbrados solo a elegir entre el bipartidismo -Partido Nacional, Partido Liberal- en 2021, Libre juntos al PSH, se mostraron en una coalición para poner fin a una racha de 12 años de la institución nacionalista; esta vez hubo éxito y por primera vez desde el retorno de la era democrática ni nacionalistas ni liberales llegaron al poder.
Tres años después, en este 2024 a más de un año para las elecciones generales del país, ya el ambiente político y los protagonistas de la política hondureña andan en busca de alianzas para conquistar las glorias el último domingo de noviembre de 2025.
Para el experto en política, Lester Ramirez, las uniones de instituciones políticas, son válidas pero hay que reflexionar qué tan democrático es.
“Hay que ver cómo quedan los partidos que no hacen alianzas, pero desde ahí ya están en desventaja o los obligan a unirse o buscar alianzas”, dijo.
Cerca de 4 millones de hondureños ejercieron su derecho a votar en las elecciones generales de 2023, pero para el proceso de 2025 la cifra puede disminuir pese a que más de 5.7 millones de hondureños se encuentran habilitados para ejercer el sufragio.
Datos
A 11 meses de las elecciones primarias y a un año y medio de las generales, las instituciones políticas más fuertes - Partido Nacional (PN), Partido Liberal (PL), Libertad y Refundación (Libre) y el Partido Salvador de Honduras (PSH)- están contemplando posibles alianzas para alcanzar la Presidencia de la República.
Al menos 600 mil hondureños podrán votar por primera vez en el país en las elecciones primarias y generales de 2025.