Tegucigalpa, Honduras
Honduras llora constantemente la muerte de sus hijos más jóvenes. El crimen organizado y las pandillas parecen ser los verdugos, mientras la justicia todavía no los alcanza.
Cientos de madres han enterrado con sus hijos la mitad de su corazón.
De acuerdo con el más reciente boletín especial sobre homicidios de estudiantes, del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS), en los últimos seis años en el país han muerto 624 estudiantes de educación secundaria.
Con esta cifra se puede deducir que en ese período han muerto 104 estudiantes de secundaria cada año, lo mismo que decir ocho al mes.
Si este promedio se saca de manera semanal se obtiene que cada siete días, dos estudiantes están siendo asesinados en Honduras.
Cabe mencionar que el boletín únicamente contiene los datos desde 2010 hasta el primer trimestre de 2016, lo que deja como resultado un año sin registro de muertes estudiantiles hasta la fecha, ya que el IUDPAS trabaja en la elaboración de este nuevo recuento. Por lo tanto, la cifra de adolescentes víctimas de las garras del crimen es mayor.
Durante esos mismos últimos seis años se registraron 275 víctimas que fueron identificadas como estudiantes, sin embargo, no se pudo determinar el nivel académico al que pertenecían.
De acuerdo con el IUDPAS, desde 2010 al primer trimestre de 2016, se registraron 1,183 muertes de estudiantes a nivel nacional. Los estudiantes de secundaria muertos de manera violenta representan el 52.7% por ciento del total de jóvenes asesinados en todos los niveles.
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Causas
Pese a que todos estos jovencitos tenían la oportunidad de asistir a una institución educativa, las garras de la delincuencia lograron llegar hasta sus aulas de clases.
Pues los casos se dieron en zonas donde los pleitos entre pandillas arrasaron con ellos.
Uno de esos casos es el fenómeno que ocurre en el Instituto Saúl Zelaya Jiménez, donde varios jóvenes resultaron asesinados simplemente por asistir a ese colegio. Ese centro educativo se encuentra justo en medio de dos territorios controlados por grupos criminales rivales.
Esa situación dejó como resultado la militarización de los centros educativos en donde se percibía vulnerabilidad ante la violencia que ronda los centros escolares.
Para frenar ese fenómeno de violencia se impartieron charlas de concienciación para evitar que los jóvenes ingresen a las maras y las pandillas, y que eviten caer en los riesgos del consumo de drogas y las consecuencias de pertenecer a grupos criminales.
Otra de las causas relacionadas con la muerte violenta de esos colegiales es que muchos de ellos se niegan a participar de actividades ilícitas como cobros de extorsión o venta de drogas al estilo del narcomenudeo.
De acuerdo con Carlos Hernández, presidente de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), los altos niveles de violencia deben hacer que todos los sectores de la sociedad replanteen su rol.
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“Tristemente son los jóvenes las víctimas de la violencia en Honduras, los datos nos muestran que la mayoría de las personas que están muriendo son jóvenes menores de 25 años y el Estado tiene que revisar sus estrategias para que sus procesos de investigación sean expeditos”, manifestó Hernández.
Calificó que es la falta de oportunidades la que hace que muchas veces los estudiantes no tomen el camino correcto.
“La falta de oportunidades los ponen en situación de vulnerabilidad y muchas veces terminan siendo víctimas de la violencia”.
En cuanto al atractivo que las escuelas y colegios puedan generar para los grupos de antisociales, el miembro de la sociedad civil dijo: “lo que pasa es que muchas veces los centros educativos se han convertido en un mercado muy activo donde los grupos criminales tratan de iniciar a los jóvenes en el consumo de drogas y los atraen para que se involucren en sus acciones delictivas”, explicó el entrevistado.
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A su criterio, la falta de investigación y de resultados en cuanto a las capturas de responsables deja un mensaje de impunidad en Honduras.
“Esta situación que están viviendo los jóvenes debe desafiar a todos los sectores de la sociedad, pero en especial a las familias, los padres deben involucrarse en la vida de los jóvenes, los centros educativos deben ser lugares agradables para los jóvenes”, consideró Hernández.
Por su parte, la Ministra de Educación, Rutilia Calderón, manifestó que la seguridad de los estudiantes es un tema de Estado, en donde la Secretaría de Educación debe ser responsable de la prevención.
“Deben involucrarse a los jóvenes en programas de prevención de violencia, de prevención del consumo de drogas y que los entes de seguridad de Estado usen sus estrategias para brindar seguridad a los centros educativos”, señaló Calderón.
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