Tegucigalpa, Honduras
Sus rostros están marcados no solo por ser víctimas del crimen sino también de la impunidad. Sus fotos son los retratos hablados de la sacudida que provoca la violencia en el país.
Las muertes de jóvenes estudiantes universitarios han sido una oleada de tristeza para Honduras y aunque recordarlos causa pesar en la población, la indignación ante la impunidad que rodea sus asesinatos es lo que no deja vivir a sus familias y amigos.
Ellos se quedaron en la memoria de la gente, pero sus historias siguen sin tener un final justo, pues los cuerpos de investigación y justicia del Estado, lejos de cumplir la promesa de dar con los culpables, van acumulando la deuda pendiente mientras las tumbas de los caídos permanecen cubiertas con flores.
Tristes cifras
De acuerdo con los datos más recientes del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (Iudpas), que van desde enero de 2010 hasta marzo de 2016, son al menos 1,183 los estudiantes que han perdido la vida de manera violenta. La mayoría de ellos, 624 casos que representan el 52.7 por ciento, cursaban el nivel secundario.
La directora del Iudpas, Migdonia Ayestas, estimó que de marzo de 2016 a febrero de 2017 la cantidad de alumnos fallecidos ronda el centenar.
El documento del Iudpas indica que de todas las víctimas 160 muchachos pertenecían al nivel universitario, 124 al nivel primario y 275 solo fueron señalados como estudiantes, sin especificar a qué nivel.
Según el análisis del Iudpas, el 2014 fue el año en el que más fallecieron estudiantes, con 254 casos. Ese año el país cerró con un total de 5,936 homicidios y una tasa de 68 por cada 100 mil habitantes.
Contradictoriamente, el 2014 no fue el año más violento entre los seis que abarca el estudio del Iudpas, lo fue el 2012 con un total de 7,172 homicidios y una de tasa de 85.5 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Lea además: Asesinos le quitaron a Nancy Barahona el sueño de ser enfermera
Universitarios
De los casos identificados, los universitarios víctimas del crimen ocupan en segundo lugar, pero por tener una connotación de ser la fuerza laboral del país en formación generan un mayor y significativo impacto en la sociedad.
El rango de edad en el que se encuentran la mayoría de las víctimas es entre los 20 y los 29 años. Del total de los 160 casos, el 76.9 por ciento eran hombres y el 23.1 por ciento mujeres.
La gran mayoría de víctimas, 81 casos que representan el 50.6 por ciento, eran alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). De ese total, 51 jóvenes cursaban estudios en la ciudad universitaria de Tegucigalpa y 21 en la UNAH del Valle de Sula (UNAH-VS), mientras que el resto estaban en los centros regionales de Juticalpa, Olanchito, La Ceiba, Santa Rosa de Copán y Comayagua.
La mayoría de las víctimas pertenecían a las carreras de Informática Administrativa, Ingeniería Civil, Pedagogía, Medicina, Derecho, Periodismo y Odontología.
Los departamentos de Francisco Morazán, Cortés, Olancho y Yoro ocupan los primeros lugares en crímenes en contra de estudiantes universitarios.
Todos ellos eran muchachos que tenían sueños y metas por cumplir, sin embargo, la muerte que se pasea campante por los barrios y colonias hondureñas se los llevó y ahora la expectativa es que los entes operadores de justicia hagan pagar a los responsables por los crímenes cometidos.
+ Madre de joven asesinada a martillazos: '¿Por qué te hizo tanto daño este hombre, por qué?
Los casos le dolieron a Honduras, pero son tantos que rápido se deja de lado la tristeza con uno para comenzar exigir justicia por otro y las respuestas siguen sin llegar para la mayoría de esas familias enlutadas.
Dimas Ramos era un futuro ingeniero en sistemas que fue apedreado por robarle un par de zapatos, era amante de la música y entregado a Dios. Nadie puede creer cómo hasta el momento no hay responsables por ese hecho.
Derick Anariba, estudiante de medicina, fue acribillado cuando se dirigía a una cancha a jugar fútbol, no hay responsables que den cuentas por ese crimen y su familia aún no comprende por qué lo atacaron. Y sin duda el asesinato que conmocionó a todo el país en agosto pasado fue la muerte de Angela Marina Lobo, estudiante de último año de arquitectura, quien fue cobardemente asesinada por un criminal por no dejarse asaltar tres días antes. En este crimen hay un detenido, sin embargo, no hay certeza de que el caso sea judicializado.
Historias como esas han estrujado el corazón de millones de personas en Honduras, que lo único que piden es que los responsables paguen por sus faltas, aunque esto no devuelva la vida a los jóvenes.
En lo que va de este año no se conocen resultados puntuales en la investigación de ninguno de esos crímenes y mucho menos hay gente tras las rejas.
Le puede interesar: Le faltaba poco para ser médico pero lo hallaron muerto en su apartamento