“Papeles de china, papeles morados, ¡qué trabajo tienen los enamorados!, pasan en la puerta con la boca abierta mostrándole a todos los dientes pelados. ¡Ay! barreño sí, ¡ay! barreño no, ¡Ay! barreño dueño de mi corazón”.
Así como este típico canto es la danza folklórica: vibrante, colorida, sencilla y natural, que en cada interpretación le recuerda a la población el orgullo y las ganas de ser hondureño.
En cada ejecución, una alegría; en cada paso, una región y su cultura; en cada ritmo las costumbres que fomentan en el espíritu del verdadero origen del pueblo catracho.
En Honduras la danza folklórica es un arte y una tradición que se resiste a morir, pese a la indiferencia de los gobiernos en cultivarla y hacerla parte obligatoria de la institucionalidad y actividad académica.
En la actualidad existe un Cuadro Nacional de Danza integrado por unos 11 empleados de la Secretaría de Cultura, Arte y Deporte (SCAD), de ellos se extienden unos 500 grupos en diferentes regiones y más de 1,000 instructores a nivel nacional.
Estos grupos de personas con fiel apego y amor por Honduras son los encargados de mantener viva la llama cultural y artística del folklor nacional.
Es importante mencionar que desde el Cuadro Nacional de Danza Folklórica se instruyen unas 50 escuelas en la capital y más de 700 en todo el país.
Sin embargo, para estos guerreros, apasionados del arte y la cultura, el esfuerzo no basta, pues a su juicio las autoridades del gobierno central deberían de institucionalizar la danza en la carga académica del sistema educativo.
La historia
Según los historiadores, la danza folklórica tiene sus raíces desde el siglo XVIII con la unión de los elementos culturales y religiosos tanto indígenas como españoles, dando como resultado una mezcla de ambas culturas.
Azucena Padilla, quien bailó por más de 16 años en el Cuadro Nacional de Danza, reiteró que la danza es un arte representativo de nuestros pueblos y de los grupos de indígenas.
No obstante, añadió que el primer grupo artístico en Honduras nació en 1958 a iniciativa de Rafael Manzanares, uno de los pioneros en destacar el folklor, la cultura y la historia nacional.
“Antes de esta iniciativa no había nadie interesado en sacar la danza de los pueblos, y traerla de su origen a una proyección escénica”, expresó.
La danza está clasificada en cuatro regiones: la indígena, la criolla, la criolla de imitación y las coloniales o regias, y se establecieron así de acuerdo a los periodos de la historia en que fueron bailadas, por religiosidad, o por los atributos de sus vestuarios.
Es así que a partir de 1956 hasta la fecha se ha logrado recopilar un repertorio de más de un centenar de canciones originarias de diferentes puntos del país.
Entre las más destacadas están: “El torito pinto”, “La coyota”, “El gavilán”, “El zopilote”, “La galopa”, “El caballito”, “El revuelto”, “El guapango chorotega”, “El zapateado” o de “Los machetes”, “La correa”, “El barreño”, “El jutiquile” y “El palito verde”.
Evolución
Mantener con aire las vías respiratorias de la danza en el país ha requerido de ingenio, pasión y sobretodo de un fuerte apego a otras artes y la tecnología.
A partir de 1990 la ejecución de la danza tomó otro giro, en el que se incluyeron elementos para tratar de ofrecer un espectáculo con representaciones teatrales.
En esta etapa se reproducen leyendas autóctonas de los pueblos como: “La sucia”, “El bananero”, “El barreño” y “Los inditos”, entre muchas más.
“Hoy hacemos presentaciones en la que los espectadores pueden, incluso, hasta pagar por verlas”, indicó.
Según el relato de Padilla, el Cuadro Nacional de Danza ha salido a representar el país en competencias internacionales y el talento catracho ha sobresalido gracias a un proceso de constante evolución.
Y es que para hacer mejores interpretaciones se hace uso de recursos como luces, escenografías y tecnologías como las grabadoras, computadoras, proyectores y más.
Añadió que hay esfuerzos claros por mantener viva la danza folclórica hondureña, empero consideró que hace falta mucho más por hacer.
“Hoy en día hay niños y niñas regionalizados con otras culturas, que no se apegan a nuestra identidad, originalidad y por eso carecen de amor por Honduras”, apuntó.