Boca abajo, en un matorral, con la manos atadas y con disparo en la cabeza fue encontrado muerto la semana pasada el taxista Marvin Alexander Gónzalez (27), en el peligroso barrio El Reparto de la capital.
Como siempre, Medicina Forense reconoció el cuerpo, lo llevó a la morgue y la investigación de este crimen comenzó con la incierta promesa de que se resolverá.
Para el ruletero y miles de víctimas más, la Operación Relámpago jamás estuvo presente para protegerlos de los asesinos, como aseguró el gobierno que sucedería con esta estrategia. Los patrullajes combinados entre policías y militares no han tenido los resultados esperados para reducir los índices de muertes violenta.
La Policía Nacional tampoco ha sido depurada, pese al clamor popular. Resultados nada halagadores para la publicitada Operación Relámpago son los que maneja el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Las cifras no engañan y provienen de la misma autoridad policial, ente del cual obtiene su datos el Observatorio de la Violencia. Del 1 de noviembre de 2011, cuando inició la Operación Relámpago, hasta el 31 de marzo de 2012 se acumulan 152 días en los que se reportaron 2,752 muertes violentas.
Esta relación de tiempo y muertes arroja un promedio de 18.11 muertes al día, un dato casi igual al que se registraba antes de la Operación Relámpago, ya que el promedio de muertes violentas fue de 19 al día.
La Operación Relámpago se instauró para asegurar la presencia de militares y policías en los sitios de mayor conflicto en Honduras y así disuadir a la criminalidad. A los aproximadamente 14 mil policías que hay en servicio se sumaron uno 400 soldados que, a pie, en moto o en carro circulaban por la “zonas calientes” en busca de mantener el orden.
La Operación Relámpago fue creada luego de la conmoción que causó el asesinato de dos jóvenes universitarios el 22 de octubre de 2011. Ambos fueron ejecutados a sangre fría por policías asignados a distritos donde operaban carteles policiales dedicados al crimen, robo, secuestro y extorsión.
Han pasado casi seis meses y estos carteles prácticamente siguen intactos. Sus miembros, ligados al crimen organizado, siguen en puestos de mando.
Apenas días después de este doble crimen, el analista político y experto en temas de narcotráfico Alfredo Landaverde también murió acribillado.
El crimen sigue impune, pese a que el gobierno también prometió poner todo su empeño para llegar “hasta las últimas consecuencias”.
En respuesta a estos crímenes, el presidente Porfirio Lobo pidió a la población “no perder la fe” de que se le ganaría la partida a los delincuentes con esta estrategia.
En algunos barrios que fueron tomados por fuerzas policiales y militares, los resultados son halagadores. Sin embargo, la violencia ha migrado a otras zonas. Cabe destacar que en marzo pasado se aprobó en Consejo de Ministros el decreto para extender por 90 días más la Operación Relámpago.
Las razones del fracaso
Para la directora del Observatorio de la Violencia, Migdonia Ayesta, las muertes violentas difícilmente se pueden reducir porque la Operación Relámpago no hace enfoque en combatir el sicariato, que es la modalidad por medio de la cual se generan más asesinatos y homicidios.
“La gran mayoría de las muertes violentas suceden en una dinámica de crimen organizado y estos escogen estrategias sicariales, dándole seguimiento a la víctima, (lo que) les permite determinar la vulnerabilidad de la misma y así perpetuar el crimen”, opino Ayestas. Igualmente consideró que los sicarios ya tienen identificadas rutas de escape para huir sin problemas después de haber matado, porque los crímenes se cometen en sitios donde se sabe que la Operación Relámpago no se realiza.
“Los patrullajes no tienen ningún efecto cuando la víctima está seleccionada, las rutas y sitios que concurren ya han sido determinados antes de ejecutar el crimen”, consideró la experta en paz y convivencia. Por otro lado, analizó Ayestas, al anunciarse dónde se realizarán los operativos, los delincuentes saben que no pueden cometer sus fechorías en esos sitios mientras existan los patrullajes, pero una vez que han terminado “retoman la zona” para seguir operando.“La característica de
temporalidad de esta estrategia no permite que haya una disminución sustancial de las muertes violentas con manifestación más sentida y percibida de la criminalidad en Honduras”, consideró.
El mas violento
La tasa de homicidios en Honduras en 2011 fue de 86 por cada 100 mil habitantes , a razón de 19 por día.
Esta cifra es desproporcionadamente mayor a la tasa mundial de homicidios, que es de 8.8 por cada 100 mil habitantes.
En términos globales, según las cifras que maneja el Comisionado de Derechos Humanos (Conadeh), 2011 cerró con 7,104 muertos. Esta cantidad de muertes hizo que Honduras obtuviera el tétrico récord de la nación más violenta en el mundo el año pasado, incluso por encima de países donde hay guerras o hay mayor presencia del narcotráfico. Sin embargo, aunque Honduras enfrenta problemas serios por tránsito de droga, hay más muertos por otras causas (asaltos, enemistades y alcohol).
Policía corrupta
Para la rectora Julieta Castellanos, los malos resultados de la Operación Relámpago y en general de la política anticriminal tienen su causa en que Honduras no posee órganos de inteligencia debidamente preparados. “Hay un tipo de delitos que difícilmente los controlan patrullajes; el Estado debe de tener diferentes equipos de inteligencia, debe tener policías especializados para focalizarse, para que definan los tipos de delitos, porque lanzar a la calle personas a cuidar sin saber qué están cuidando no se hace mucho”.
En ese sentido recomendó al gobierno iniciar una profesionalización de la policía y limpieza de los agentes que se han coludido con el crimen.
Mientras exista una “policía corrupta”, los resultados del combate a la delincuencia común y organizada siempre serán pobres, consideró
Castellanos. Respecto a las últimas masacres y muerte de policías, Castellanos las calificó como “algo escandaloso”. “Son muertes violentas, impresionantes y la gente debe de saber, definitivamente, que está pasando”.
EL HERALDO consultó al director de la Policía Nacional, Ricardo Ramírez del Cid, cuáles eran los resultados de la Operación Relámpago que la entidad manejaba no solo en materia de muertes violentas, sino en otros crímenes como robo de casas, carros, asaltos a personas, secuestros o violaciones, pero no contestó las llamadas que se le hicieron a su teléfono celular.