TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Una devastadora
pandemia de coronavirus azota a Honduras, que además se suma a una desalentadora espiral de crisis económica, año de elecciones primarias y ola de violencia. Hasta el 7 de mayo, con más de 1,600 casos positivos, 105 muertes y 154 recuperados, la nación cinco estrellas ocupa el segundo lugar de países más azotados por el Covid-19 en
Centroamérica, tan solo detrás de Panamá que reporta 7,731 infectados, 218 fallecidos y 823 que vencieron al virus.
Las autoridades de Honduras han establecido políticas de confinamiento que, como se ha visto, se han ampliado y endurecido persiguiendo el objetivo de
doblegar la curva estadística de la pandemia, sin embargo, la desobediencia para acatarlos y la parsimonia de las autoridades para castigar a infractores siempre sale ganando.
El rechazo social y a la vez el estigma para quienes resultan positivos por coronavirus, sin importar que sea personal médico y hospitalario, se debe a elementos culturales como también por la falta de información, consideraron expertos consultados por EL HERALDO.
Y aunque la pandemia del coronavirus ya está presente en los siete países de la región, Honduras tiene el panorama más desalentador de todos. Entre más días transcurren, más casos disparan la curva. A continuación ocho claves para entender las principales razones, con base en opinión de expertos.
1. Escasez en aplicación de pruebas
Mientras países como El Salvador, con una extensión territorial y población menor a la de Honduras, realiza más de 1,000 pruebas diarias, en el país es evidente la merma en la aplicación de pruebas para detectar los casos. Diariamente apenas se sobrepasan los 400 test, provocando un silencio epidemiológico que tarde o temprano pasará factura.La epidemióloga Marleni Montes, galena del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), alertó que la falta de diagnósticos de la enfermedad (en el caso de epidemias y pandemias), trae como consecuencia la pérdida de vidas, específicamente en la población menos favorecida y de escasos recursos económicos.
“Cuando hay silencio epidemiológico es grave en el impacto de lo que son las enfermedades”, aseguró a este rotativo.
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2. Desobediencia al confinamiento
Desde que se decretó el toque de queda, exactamente cinco días después de la confirmación de los dos primeros casos positivos, los cuerpos de seguridad han detenido a miles de personas que decidieron salir a las calles y quebrantar el confinamiento obligatorio.En cada recorrido que EL HERALDO realiza, sobre todo en la capital, es evidente que la mayoría hace caso omiso a las medidas de bioseguridad. Un claro ejemplo se reportó este 7 de mayo, cuando cientos de personas acudieron a una cancha de la colonia El Carrizal para reclamar una gallina.
Las imágenes muestran a las personas aglomeradas, con las mascarillas en la barbilla y la mayoría empujándose, es decir, todo lo contrario a lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
3. Condiciones socioeconómicas
En 2015 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calificó a Honduras como el segundo país más pobre de Latinoamérica, situación que se ha convertido en un gran reto durante la crisis sanitaria. Las medidas de distanciamiento y confinamiento han tenido consecuencias catastróficas sobre las miles de familias con economías vulnerables, misma que ha desencadenado en una gran presión para la pronta reactivación económica.Una gran parte de la población hondureña subsiste con base en la economía informal, por lo que no tienen la capacidad de permanecer mucho tiempo sin generar ingresos.
La evidencia son las constantes tomas en ejes carreteros. La población exige comida para no morir de hambre.
Las protestas, los intentos de saqueos y ver a personas vendiendo en las calles, aunque el país está en alerta roja, solo “desnuda la precariedad laboral del sistema”, en palabras de Ismael Zepeda, economista del Foro Social de la Deuda Externa para el Desarrollo de Honduras (Fosdeh).
Hasta 2017, en el país había 3.8 millones personas mayores de 10 años que trabajaban como empleados, en un negocio propio o con familiares, de acuerdo con la Encuesta de Hogares de ese año del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
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4. Estigma y acoso contra infectados
Además de lidiar con su salud y una lenta recuperación, los pacientes con Covid-19 también se enfrentan a la discriminación de la que son objeto ellos y sus familias en los lugares que habitan.El rechazo social y a la vez el estigma para quienes resultan positivos por coronavirus, sin importar que sea personal médico y hospitalario, se debe a elementos culturales como también por la falta de información, consideraron expertos consultados por EL HERALDO.
La técnico instrumentista Karla Cruz se infectó mientras practicaba una cesárea en el Hospital Mario Catarino Rivas de San Pedro Sula y tuvo que batallar con la sintomatología, incluyendo la no aceptación de la dueña del apartamento que alquilaba, quien no dejó que volviera a poner un pie en el lugar.
“En mi agonía ella me mandó un mensaje y me dijo que ya no podía regresar al apartamento. La señora donde alquilaba me corrió rotundamente cuando ella se dio cuenta de mi situación”, relató a este rotativo.
El nivel cultural juega un papel importante. Según el infectólogo Tito Alvarado, Costa Rica es un gran ejemplo porque allá no estigmatizan a los infectados, no los están apedreando como ocurre acá, en Honduras, allá les ayudan, hay bastante solidaridad, porque es una sociedad bien educada.
5. Retos tecnológicos
La pandemia sorprendió al país y, a su vez, lo sumergió de golpe en un mundo digital que tenía que responder de inmediato a las exigencias laborales y educativas.Contrario a otros países donde la modalidad del teletrabajo y las clases en línea eran el pan de cada día, en Honduras nos enfrentamos a estadísticas toscas que deben mejorar: solo el 39.4% de la población tiene acceso a Internet, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Precisamente estas carencias dificultan el cumplimiento de las tareas que podrían realizarse desde casa.
6. Falta de cultura
Costa Rica se avizora como el país con menos mortalidad en la región por Covid-19, la que es menor del uno por ciento y es un ejemplo a nivel mundial en todos los sentidos. Es de hacer notar que las autoridades “ticas” toda la vida se han preocupado por la salud y la educación, no tienen Ejército y por eso se ven los resultados en todos los sentidos, han dedicado sus esfuerzos a la salud de su pueblo.Para Honduras el panorama es completamente sombrío. Los altos índices de analfabetismo, la falta de cultura y las raquíticas campañas para crear conciencia sobre los problemas que aquejan a la sociedad, se traducen en menor preparación para afrontar una pandemia que sacudió, incluso, a las grandes potencias del mundo.
En Costa Rica, que fue el primer país de la región afectado por la pandemia, se ha logrado controlar el número de contagios gracias a la obediencia de sus habitantes en el cumplimiento de las medidas decretadas por el gobierno. A la fecha hay 761 contagios, 428 personas recuperadas y seis muertos.
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7. Falta de agua potable
En muchas zonas de Honduras y particularmente en el Distrito Central -la segunda región más afectada por el brote vírico- se dificulta el acceso al agua potable, lo que se convierte en un reto para poder cumplir a cabalidad las medidas de higiene recomendadas por las autoridades sanitarias locales e internacionales.En muchas colonias de la capital es un privilegio lejano y escaso conseguir agua potable.
8. Cuestionable manejo de fondos
El tema de rendición de cuentas es una exigencia popular. Durante la emergencia sanitaria, y solo en el mes de marzo, se aprobaron más de 16,000 millones de lempiras para poder enfrentar la pandemia. En una situación tan crítica salieron a la luz irregularidades en el manejo de los fondos a través de compras sobrevaloradas y adquisición de insumos innecesarios.El pueblo hondureño además resiente la distribución de bolsas de alimentos, alegando que no a todos les llega hasta las puertas de sus casas.
Es tiempo de escuchar e incorporar a todos los sectores a las tareas de rehabilitación de la patria, tras la crisis.
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