TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La Capitanía General de Guatemala, que incluía toda Centroamérica, excepto Panamá, se independizó de España en 1821 después de tres siglos de dominio colonial.
La independencia resultó pacífica, y se logró gracias a la presión de amplios sectores y por efecto dominó después de que también se independizara México, tras una guerra que había comenzado 11 años antes.
En 1822, el México ya independiente presentó un plan de anexión del territorio centroamericano, que fue aceptado pero no tuvo mucho futuro, puesto que las Provincias Unidas del Centro de América proclamaron finalmente su independencia absoluta en julio de 1823.
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El nuevo Estado pasó a llamarse República Federal de Centroamérica, e incluía las actuales Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Costa Rica se adhirió luego, mientras que la región de Chiapas —hasta entonces controlada por Guatemala— decidió en un referéndum sumarse a México.
A Belice se la conocía entonces como la Honduras Británica, porque estaba bajo control del Reino Unido desde mediados del siglo XIX. Por último, Panamá formaba parte de la República de Colombia, o Gran Colombia, que incluía a Colombia, Venezuela y Ecuador; y después de la República de la Nueva Granada, actual Colombia.
El experimento federal duró hasta 1839, cuando el choque de intereses políticos y económicos provocó la guerra civil centroamericana (1826-1829), tras la que la República se fragmentó en los Estados actuales.
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Los protagonistas de este período liberal y de idealismo unificador fueron el salvadoreño Manuel José Arce y el hondureño José Francisco Morazán, el “Simón Bolívar de Centroamérica”. Los dos perdieron influencia con el final de la federación.
A pesar de que la independencia había sido inicialmente pacífica, pronto surgieron las disputas en los países centroamericanos. Conservadores y liberales diferían en el manejo de la economía, la educación, el papel de la Iglesia y el trato a los indígenas. Esta fue una época marcada también por el importante papel de los ejércitos, que al principio eran fuerzas irregulares. Muchos caudillos militares aprovecharon su posición para convertirse en jefes de Estado en países que solo habían empezado a desarrollarse.
Uno de los caudillos más conocidos fue el guatemalteco José Rafael Carrera y Turcios, militar conservador, quien dirigió su país desde 1839 y fundó la república actual en 1847, liderándola hasta su muerte en 1865.
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Cada país tuvo sus caudillos, aunque solo algunos lograron mantenerse en el poder varios años. Entre 1870 y 1908, en Guatemala hubo apenas seis cambios de Gobierno, en Nicaragua ocho, en Costa Rica doce, en El Salvador 15, y en Honduras, la más inestable entonces, 19.
En la última parte del siglo XIX hubo un nuevo intento de reunificar la región. La República de Centroamérica, luego llamada Estados Unidos de Centroamérica, reunió entre 1895 y 1898 a Honduras, Nicaragua y El Salvador, y pudo haber sumado a Guatemala y Costa Rica.
La federación duró poco, rota por la salida de los salvadoreños tras un golpe de Estado llevado a cabo por Tomás Regalado.