Su expresión más común es mover sus recordadas colas.
Caminar, olfatear y recostarse en las piernas de las personas que encuentran a su paso es su principal rutina.
Con sus acciones, que casi nunca pasan desapercibidas, logran robarse la risa del más atemorizado y las caricias de los más amorosos.
Su existencia puede llamarse “gran vida de perros”; con su inteligencia, fidelidad y ternura se roban la atención y el corazón del que hace menos de dos semanas pasó a ser el hombre más asediado en Honduras.
Sus nombres son Teco y Tigre, dos canes que disfrutan su vida entre los finos pisos de cerámica y estilizados jardines de la residencia del presidente electo de Honduras, Juan Orlando Hernández .
El pequeño Teco, un bulldog inglés color negro con un collarín blanco, suele ser el más consentido.
Con su diminuto cuerpo recorre las piernas de los presentes en busca de que alguien le brinde unos minutos y acaricie con ternura su delicado cuello o su pequeña cabeza.
Tigre, por el contrario, un boxer puro, se muestra tranquilo, pero su gran tamaño atemoriza a algunos, que prefieren admirarle de lejos antes que regalarle una caricia con sus manos.
Sin embargo, obtiene las palabras más dulces de aquellos que le observan recostado con su hocico puesto en el piso, que deja entrever la ternura que esconde su gran estructura ósea.
Ambos cumplen aquella frase que dice: “el perro es el mejor amigo del hombre” ya que, pese a la apretada agenda de su amo, estos adorables animales logran obtener unos minutos de Hernández quien, según sus familiares, con una varilla juega rápidamente con sus leales amigos, que al final del día le permiten olvidar el estrés.
