TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Mami, me duele mucho”, sollozando le dijo un niño de unos 4 o 5 años a su madre, quien lo tenía entre brazos y llorando le respondió: “Ya nos van a atender, hijito. Sea fuerte”.
“Doctor, doctor... Necesitamos que se apuren, muchos niños están mal y ya llevamos horas esperando a que nos atiendan”, alzó la voz otra madre desesperada porque atendieran a su hijo.
EL HERALDO atestiguó estos desgarradores testimonios en la sala de emergencias de Pediatría del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), donde un equipo periodístico se internó en una madrugada de pesadilla y agonía en este centro hospitalario.
También se evidenció en diferentes salas de urgencias que el personal administrativo, médico y de enfermería toma la decisión arbitraria si algunos afiliados son atendidos o no sin importar la gravedad de la situación.
No solo esto, los pacientes que llegan en busca de auxilio en horas de la madrugada, además de sostenerse ante sus afecciones mortales, tienen que lidiar con los malos tratos del mismo personal, que abusan de prepotentes.
Drama
A las 2:30 de la mañana, un equipo periodístico de EL HERALDO ingresó al Seguro Social del barrio La Granja en la capital hondureña.
La ciudad luce silenciosa, pero cruzando un enorme portón negro de barrotes, el silencio es irrumpido por la sirena de las ambulancias que llegan a dejar pacientes heridos que fueron víctimas de accidentes o pleitos callejeros.
En las salas de emergencia protagoniza el clamor de muchos pacientes por los dolores que tienen y por los cuales llegan en busca de atención médica y oportuna.
Después de pasar por emergencia de pediatría, donde más de 100 personas dependen de la parsimonia de los doctores en atender y ver la agonía de niños y adultos clamando ayuda en medio del calor, porque los aires acondicionados están apagados, en el transcurso de la madrugada, a unos pacientes no les queda otra alternativa que acostarse a dormir en los pasillos del IHSS.
“Mejor me duermo porque ya no aguanto el dolor en mis pulmones y que casi no me dejan respirar”, contó Ana, quien ya sabía que en el IHSS no la atenderían rápido, por lo que llevó una mochila para que le sirviera de almohada y dormir hasta ser atendida. Así como ella más pacientes hacen lo mismo.
“Aquí donde me ve, tengo tres días de tener diarrea, ando un dolor que miro la muerte, pero mire si me han atendido, tengo cinco horas esperando, desde las 11:00 de la noche vine”, se quejó otra mujer, que en los pasillos esperaba su llamado.
Pero las escenas más dramáticas se evidenciaron en el área de pacientes renales, donde dormidos sentados y bajo una carpa blanca en la intemperie tienen que esperar para ser atendidos de primeros al día siguiente y que se les realice diálisis.
“Yo me vengo a las 11:00 de la noche, cuando está clareando ya comienzan a atender. Esto es difícil porque a veces no tenemos qué comer y aguantamos malos tratos”, explicó un paciente renal que prefirió no decir su nombre.
En medio del sereno y silencio, otra paciente decidió sacar su cobija y dormir hasta que amanezca.
“Mire, toda esta gente le apuesto que no tiene ni para medicamentos, yo no tengo nada y si no me vengo a esperar para que me atiendan, me muero”, dijo don David, un paciente mayor de 50 años. Añadió: “Quisiera estar en mi casa con mi familia y mis hijos, pero por mi problema tengo que estar aquí aguantando frío y a veces lluvias, pero esto es así”.
A todo esto, ya dieron las cinco y minutos de la mañana y los mismos pacientes que llegaron desde las 11:00 de la noche seguían esperando atención médica.
