TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Ciruelas, tomates podridos o alguna otra fruta de temporada que caen de los árboles son los alimentos que consumen los hondureños en zonas rurales debido a la sequía que golpea a la agricultura y en efectos directos no permite cultivar los granos básicos del país: frijol y maíz.
Al no poder cultivar o cosechar es un perjuicio a la economía porque el producto no se puede comercializar dejando millonarias pérdidas a productores y sin empleo a los hondureños en las zonas rurales de Honduras como el corredor seco.
Como otras consecuencias del cambio climático, esto deja en riesgo la seguridad alimentaria, la salud, la educación de las poblaciones más vulnerables y un nuevo fenómeno que surgió a través de la anomalía climática, el migrante climático.
Impacto de la sequía en la productividad agrícola
Pero el sector de la agricultura es el más golpeado: solo durante el ciclo de siembra de primera de 2022, que corresponde desde mayo hasta julio, la Dirección de Ciencia y Tecnología Agropecuaria (Dicta) reportó pérdidas en cultivos que ascendieron 512,413 quintales de granos básicos.
No solo esto, según cifras del Programa Mundial de Alimentos (PMA), más de 2,400,000 personas estuvieron en inseguridad alimentaria el 2023, sin embargo, para este 2024 la situación se agravará porque la sequía año tras año se intensifica.
En junio del año anterior, por la sequía agresiva, Copeco declaró alerta roja en 140 municipios de Honduras; aún sigue vigente.
Medidas proactivas contra la sequía en agricultura
Ante las pérdidas millonarias en los cultivos y los empleos que se pierden por la drástica sequía en el campo, EL HERALDO conversó con Laura Suazo, ministra de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) para especificar las estrategias para hacerle frente a este mal.
Entre las medidas, Laura Suazo explicó que “promovemos material genético tolerante a sequía por el empleo para maíz y frijol. También tolerante a altas temperaturas”.
“Asistencia técnica cercana a los productores a través de los tres bonos: tecnológico, de café y de ganadería. Promovemos pequeños proyectos de riego para quienes tienen disponibilidad de agua y así pueden cultivar todo el año”, son otras medidas que implementa la SAG.
Para adaptarse al cambio climático, en Honduras se promueven otros cultivos como ajonjolí, sorgo, Marañón y otras siembras resistentes.
“Otra estrategia que desarrollamos es que apoyamos con financiamiento de Banadesa (Banco Nacional de Desarrollo Agrícola) y un contrato de compra venta con el IHMA a productores que sí tienen riego. Así aumentamos la producción”, indicó Suazo.
Sin embargo, “no se está presuponiendo lo que es la inversión a corto plazo en infraestructura para captar lluvia. En este momento la única manera de captar esta lluvia es a través de cosechadoras de agua”, cuestionó Guillermo Cerritos, exdirector de la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras (Fenagh).
Para Cerritos ya no hay tiempo para habilitar la cantidad de cosechadoras que se necesitan para captar las lluvias de este 2024, pero “estamos a tiempo de habilitar algunas cosechadoras que estaban sin funcionar, hay que identificar dónde están”.