Tegucigalpa, Honduras
¿Podrían los millennials, o generación del milenio, vivir sin redes sociales? ¿Y la humanidad en general podría prescindir, simplemente, del uso de celulares? ¿Es posible rebobinar las telecomunicaciones y regresar a la telefonía fija? Sería como condenar al hombre a volver a las cavernas. Al uso del taparrabo y la cachiporra.
Pero el debate sobre el uso indebido, vulgar y hasta criminal de las redes está planteado. No por nada países como China las mantienen a raya, aunque, en su caso muy particular, por motivaciones políticas.
No lejos de Pekín se gestó la “primavera árabe” y al menos cuatro regímenes despóticos de la región cayeron, uno tras otro, como tableros de dominó, gracias a la maravilla de las redes sociales. Ese es su lado bueno.
Pero las redes también tienen su lado oscuro, no importa que hoy, el propio presidente de Estados Unidos y el Papa, hasta se extralimiten en su uso.
“Las redes sociales dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad... Ahora tienen el mismo derecho de hablar que un premio Nobel”, decía Umberto Eco. Y las calificaba como “la invasión de los necios”.
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Eco, filósofo y escritor italiano, casi que odiaba las redes, pero, paradójicamente, su repentina muerte, en febrero del año pasado, se hizo viral en el FB y en Twitter.
Y Mario Vargas Llosa, el Nobel peruano, las responsabiliza de la banalidad de la cultura y de la frivolidad de las nuevas generaciones. Ya nadie lee libros, los grandes autores han sido momificados, y el teatro ha pasado a la historia.
Hoy el debate ha llegado a la propia Corte de Estados Unidos y deberá pronunciarse en junio sobre un caso de redes sociales. Pero, la pregunta: ¿es factible prohibir a estas alturas las redes sociales?, ¿se podría vivir sin redes sociales?
En la iglesia, de niño, recuerdo uno de mis coritos preferidos: “Y qué hizo Jesús, sin una coca cola... y qué hizo Jesús, sin hielo, en su fresco, de limón”. Y yo le agregaría: “Y qué hizo Jesús, sin un celular... y qué hizo Jesús, sin Facebook, Twitter e Instagram”.
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