TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Las condiciones en las que desarrollan el trabajo los miembros de la Policía Nacional y agentes penitenciarios en la Penitenciaría Nacional en Támara son precarias.
Los espacios físicos donde permanecen los privados de libertad están en mejores condiciones que los que utiliza el personal encargado de la custodia de los reclusos.
Los dormitorios asignados para los agentes policiales no reúnen las condiciones adecuadas, pues los uniformados permanecen en hacinamiento, colocan los uniformes en las orillas de las camas, por lo que las habitaciones de policías se encuentran en precarias condiciones.
Otro de los espacios que no cuenta con las condiciones mínimas son los torreones donde hacen turnos de vigilancia para evitar fugas de los privados de libertad.
Cada vez que llueve, los policías se mojan debido a que se encuentran deteriorados y no tienen ventanas blindadas como lo establecen las normas internacionales al igual que en cárceles de otros países.
Debido a que los torreones se encuentran deteriorados, algunos policías han sufrido caídas desde los torreones, pues están a punto de colapsar ya que se están deteriorando las paredes de los mismos.
A eso se suma la falta de cámaras de cámaras de seguridad, pues no existe vigilancia electrónica en los alrededores del principal centro penitenciario del país.
Tampoco hay alumbrado público en los alrededores de la Penitenciaría Nacional en Támara, lo que convierte a la cárcel en una bomba de tiempo donde se puede registrar una fuga masiva o amotinamientos por parte de los privados de libertad.
En este centro penal solo se cuenta con 300 oficiales, de los cuales sólo se queda la mitad, es decir 150 agentes, para dar seguridad a una población de 5 mil privados. Además, los policías están “mal pagados”, pues el salario es de 12 mil lempiras mensuales, tras las deducciones, queda en 10 mil lempiras.