Eran las 8:23 de la mañana cuando me subí al tren Frecciarossa que me llevaría desde Torino hasta Roma. Cuatro horas y medias tardó el viaje.
Viendo verdes parajes de algunas pequeñas zonas de las ciudades que recorre el tren, Milano, Firenze, Bologna; pensaba con emoción no contenida en las entrevistas que haría.
Mis primeras entrevistas a compatriotas hondureños residentes en una de las capitales más importantes del mundo. He visitado la ciudad algunas veces para realizar trámites en nuestra Embajada, pero esta vez es diferente.
Estoy por abrir una puerta cuyo camino será atravesado por historias de hondureños que llegaron a Italia con ilusiones, sueños, proyectos y luego de leerlas confirmaremos si los mismos se han cumplido o, en su defecto, están en proceso de concretizarse.
La histórica Roma
Roma, ciudad milenaria fundada el 21 de abril del año 753 a. de C., es considerada la primera metrópolis de la humanidad con una influencia en el mundo a nivel cultural, idiomas, literatura, arte, arquitectura, filosofía, religión, entre otras, que se reflejan desde el momento que se llega a la ciudad.
Una amiga, sor Juana Margarita (franciscana), me esperaba en la principal terminal de trenes, Roma Termini y de ahí caminamos hasta encontrar la terminal de autobuses. Conversamos del tiempo, es verano, y por supuesto el sol se hace sentir en todo su esplendor en esta parte de Italia cercana al mar, lo que es aprovechado por sus residentes y visitantes para vestir lo más cómodo que se puede.
Pantalones cortos, camisetas y vestidos ligeros, sandalias y su incomparable compañera de viaje, una cámara fotográfica, desde las más profesionales hasta las de bolsillo. Lentes listos para captar la riqueza de la ciudad y dejar grabadas las imágenes que una a una describen la riqueza cultural y arquitectónica de la bella Roma.
Turismo
Es increíble el mar de gente que inunda la capital italiana. El año pasado no menos de 30 millones de personas visitaron esta ciudad. Jamás en mi vida había visto tantas personas caminando de un extremo a otro de la ciudad, lógicamente es fin de semana, aunque me comentaba mi amiga que es así casi todos los días, y en las noches, la diversión continúa.
En lugares como La Fontana de Trevi permanentemente van y vienen cientos de personas, “no se imagina la cantidad de personas que están aquí en las noches y la fuente se ilumina dejando ver toda su belleza y esplendor”, dice mi amiga.
En la ribera del río Tevere, el ambiente nocturno regala noches espléndidas con escenarios que invitan a disfrutar de sus entretenimientos, desde el cine, presentaciones artísticas clásicas, disfrutar de un exquisito menú a la italiana, hasta la adquisición de un souvenir en los negocios dispuestos en la zona.
La iluminación de la ciudad, el correr de las aguas del Tevere, en donde la luna deja traslucir su esplendor nocturno, forman parte de un bello espectáculo.
La diversidad de razas del mundo converge en esta ciudad y para mí es una experiencia indescriptible, me viene en mente la Torre de Babel cuando siento las voces de la gente. Orientales, rumanos, rusos, franceses, ingleses, sin faltar el español y sus variantes dependiendo del país de origen.
En medio de todo trato de captar cada imagen que aparece frente a mí. Lógicamente la seguridad de la ciudad es importante.
Policías estatales, turísticos, voluntarios, personal de primeros auxilios, todos listos para auxiliar a quien requiera ayuda, ya sea con una dirección, comprar un souvenir en los cientos de negocios dispuestos por todo el centro de la capital o lo que se presente.
Mi concentración momentánea y la conversación con mi guía casual se interrumpió cuando una voz dentro del autobús anuncia la estación donde bajaremos, continuando nuestro recorrido a pie hasta el lugar donde me hospedo por una noche.
El encuentro
Acogedor, como mis anfitrionas, aparte de mi amiga, tres hermanas de la Comunidad Franciscana, son salvadoreñas y junto a la hermana Juana Margarita realizan estudios en diversas áreas para luego disponer de sus conocimientos en las zonas hasta donde se les necesite.
Luego de compartir un exquisito menú propio de nuestros países símiles en cuanto a la gastronomía, marqué el número para comunicarme con la representante de los hondureños en Italia, Olga González, quien gentilmente me indicó el lugar y la hora que nos encontraríamos.
Minutos después emprendimos nuestro recorrido con sor Juana Margarita. Un autobús nos condujo hasta la terminal Tiburtina, otra de las terminales importantes de la ciudad, en donde a la hora convenida nos encontramos con Olga.
Con mucha alegría nos saludamos y comenzamos a recorrer algunas calles hasta llegar a un bar (un bar en Italia es igual a un café), nos sentamos y conversamos de diversos temas. Hablamos de lo que hasta ahora era un proyecto, lograr entrevistas con hondureños residentes en esta zona y trasmitir su sentir a través de las páginas de El Heraldo.
Luego hablamos a largos rasgos sobre su llegada a Italia, los motivos que la llevaron hasta estas tierras. Entre risas, amena conversación y una exquisita taza de café dimos paso a su entrevista, no sin antes pedirle a sor Juana que me ayudara con las fotografías, mi cámara no es profesional, pero espero que los conocimientos de sor Juana Margarita y el pequeño lente me ayuden a revelar una a una las imágenes de Olga y del resto de mis compatriotas.
Y mientras clientes entraban y salían del bar, sor Juana Margarita se alzó de su silla y comenzó a tomar las imágenes, mientras mi pequeña grabadora indicaba el inicio de mi primera entrevista. Una vez que finalicé de hablar con Olga, gentilmente me indicó tres números telefónicos de igual número de compatriotas a quienes entrevistaría posteriormente.
Déjenme decirles que en un primer momento pensé reunirme con mis compatriotas en una cena auspiciada por la Embajada de Honduras, la que lastimosamente no se concretizó durante mi estadía en Roma, pero definitivamente improvisar es mucho mejor y en este caso en particular me permitió conocer más la ciudad.
Luego de la entrevista con Olga y de su gentil ofrecimiento para ayudarme a concretizar el resto de mi trabajo, de nuevo nos dirigimos con sor Juana Margarita hasta la estación del autobús que nos condujo al centro de la ciudad. Y entre amena conversación llegamos a nuestro destino en las cercanías de la Piazza Venezia, hasta donde llegaría mi segundo entrevistado, Geovani Álvarez.
Nos sentamos con sor Juana Margarita en mi improvisado centro de trabajo, un pequeño parque junto a una estación de autobús.
“Increíble ver a tanta gente caminar de un lado a otro. ¡Cuánta diversidad de rostros!”, le comente a Sor Juana Margarita. Unos dirigiéndose por medio de mapas de la ciudad, otros caminando fingiendo conocerla, otros seguramente no siendo la primera vez que la visitan disfrutan aún más de su arquitectura, riqueza cultural y vistosidad.
Piazza Venezia
Esta plaza está ubicada entre tres de las más importantes vías centrales romanas: via dei Fori Imperiali, via del Corso, via del Plebiscito. El diseño actual de la plaza es el resultado de una reconstrucción realizada entre finales de la década de lo años 800 e inicios de la década del 900.
Está divida en dos áreas: una parte es un colosal monumento realizado en honor a Vittorio Emanuele II di Savoia, último rey de Sardeña (1861 al 1878), recordado como uno de los precursores del Resurgimiento Nacional y del proceso de unificación del país, lo que a su vez contribuye para que se le reconozca como Padre de la Patria.
Y la otra parte es una obra arquitectónica denominada “Altar de la Patria”, cuyo diseño hace referencia al nacimiento del Imperio Romano. La historia relata que en 1929 desde esta plaza Benito Mussolini, político, periodista y dictador italiano (julio 1883–28 abril 1945) hacía gala de su gran dote de oratoria dirigiendo grandes discursos al pueblo.
Precisamente este es nuestro escenario que sirve de marco a nuestras entrevistas, debido a que es un punto de referencia ubicado en el centro de la ciudad. Es aquí en donde espero y entrevisto a mis compatriotas.
Una noche en Roma
Imaginé que pernoctando en la residencia de las hermanas franciscanas iría a dormir pronto. Pero el día aún no terminaba de regalarme momentos que aún permanecen en mi memoria.
Luego de mi segunda entrevista, sor Juana Margarita solicitó permiso a la Madre Superiora para retrasar un poco nuestro retorno y es así que comenzamos a caminar hacia el río Tevere. La noche daba sus primeras señales y de pronto el Tevere y su vida nocturna apareció frente a nosotras circundado de pequeños negocios de visuterías, souvenirs, centros de entretenimientos, restaurantes.
En uno de sus extremos un amplio cinema al aire libre, en donde los cinéfilos disfrutan de producciones cinematográficas en una inmensa pantalla. Recorrer este pasaje dura al menos dos horas, así es que nos conformamos con verlo desde lo alto de un pequeño puente. No pudo terminar mejor este día. El descanso era más que merecido, luego de retornar caminando hasta la residencia de las hermanas.
Testimonios de hondureños
Si hallamos trabajo hay que cuidarlo
A casi dos años de residir en Roma, Geovani álvarez, 19 años, originario de Puerto Cortés, siente que su vida ha cambiado por completo.
“La inseguridad que vivimos en Honduras me motivó a buscar un destino mejor para mi vida”.
Y contando con el apoyo de su compañera, Sisy Abigaíl, un día tomó su valija y emprendió su viaje hasta tierras europeas. Al inicio, como todo, un poco difícil, pero poco a poco se acostumbró a su nueva vida.
¿Difícil aprender el italiano? -Para nada-, responde. A los siete meses de vivir en Roma ya hablaba el italiano, así es que por esa parte todo bien.
Pero luego están otros cambios, comenta. Por ejemplo, el horario, son siete y ocho horas de diferencia dependiendo de la temporada, verano o invierno y “cuando llegué fue difícil habituarme a ese cambio, quería dormir cuando todos realizaban sus labores normales y al contrario”, dice mientras esboza una sonrisa.
Pero luego de un tiempo se acostumbró. No así a la gastronomía italiana, “puedo comer pasta en sus diferentes variedades, pero mantengo mis tradiciones”, dice.
Al inicio Geovani pensó que viviendo en Italia jamás volvería a disfrutar de la comida hondureña. Unas ricas tortillas de maíz acompañadas de frijoles fritos “pero no es así, aquí encontramos productos parecidos a los nuestros”, que aunque no son originarios de Honduras, los que se encuentran gozan mucho de la preferencia de los hondureños.
Una de sus grandes pasiones cuando vivía en Honduras es el fútbol y por algún tiempo demostró sus habilidades deportivas formando parte del Club Deportivo Victoria.
“Jugué casi un año. Primero forme parte de un equipo que se llamaba Pico Bonito y luego me llamaron al (club deportivo) Victoria, en donde estuve por espacio de cuatro meses”. Una lesión en el pie derecho lo obligó a retirarse de las canchas deportivas y poco tiempo después salió del país.
¿Y el trabajo?
En estos momentos está un poco “difícil”, dice, pero siempre se encuentra algo. Geovani asiste a una señora.
Al principio se presentó complicado realizar esta labor, pero poco a poco y contando con el apoyo de su compañero de trabajo, aprendió las tareas principales de su labor. Labores de casa, aplicación de medicamentos, entre otras.
“Cuando encontramos un trabajo lo tenemos que cuidar”, porque se dan casos en los que los mismos compatriotas los sustituyen sin previo aviso.
Para la mujer es más fácil ubicarse en un trabajo, “ya sea asistiendo a una persona en su casa o en labores de limpieza”, que pueden ser contratos fijos o por horas.
No lamento de mi decisión
Ayudar a mis compatriotas a ubicarse en un trabajo puedo hacerlo, en mi casa yo no puedo tenerlos, las leyes acá son estrictas y no se puede tener a más personas de las que autoriza la ley”.
Así comienza nuestra entrevista con Olga González, quien agrega que en otros tiempos se podía, y en su momento albergó al menos a 10 y hasta 15 personas de manera no regular, “ahora no se puede hacer eso”.
Pero tampoco es obstáculo para que González, representante de la Asociación de Hondureños en Italia, extienda una mano cuando se necesita.
Olga llegó a Italia hace 13 años y con satisfacción comenta “no me puedo lamentar de la decisión que tomé”.
Desde que vino ha contado con un trabajo, lo que le permitió en poco tiempo traer a su hija cuando tenía 12 años. Nazareth Bonilla ahora tiene 23 años, estudia Economía en Turismo en la Universidad La Sapeinza, considerada una de las mejores en Italia.
Antes de llegar a Italia, Olga vivió en Francia y en Grecia, y debido a la enfermedad de su madre regresó a Honduras en aquel momento, “lastimosamente mi madre murió”.
Enseguida viajó a Costa Rica por motivos de estudio y poco tiempo después tomó su valija y emprendió su aventura, esta vez con destino a Italia, país al que considera “mi segundo hogar”.
Hace ocho años Olga hizo realidad su deseo de organizar una asociación y así apoyar a los compatriotas, siguiendo ciertos parámetros, ya que aunque así lo desea, no todo es posible.
“Hoy como hoy, con alimentación puedo ayudar, al igual a ubicarse (a más de alguno) en un trabajo, pero en cuestión de casa lastimosamente no es que no quiera, lo que pasa es que no se puede, las leyes lo impiden”.
Tomando como ejemplo el trabajo que realizan asociaciones de latinos, como los peruanos, colombianos y ecuatorianos, Olga realiza un programa anual que incluye actividades de recreación.
“Tenemos un equipo de fútbol masculino, otro femenino y uno infantil”, con el objetivo que durante la temporada de verano los hondureños, sobre todo quienes residen en Roma, participen de minicampeonatos y puedan convivir momentos relajantes, a la vez que interactuar entre sí y ayudarse cuando así lo crean conveniente.
Italiano de nacimiento, catracho de corazón
'He perdido muchos amigos o al menos creía que eran mis amigos y todo por mi trabajo. Lo prefiero así, después de todo hago un trabajo que me gusta y disfruto mucho”.
Omar Díaz es un agente de la policía de Estado y en estos momentos desarrolla su labor en Roma, pero no por mucho tiempo, “estoy esperando mi transferimiento a Nápoles o Firenze (Florencia)”.
Omar Díaz tiene 24 años, hijo de madre hondureña y padre peruano. Realizó sus estudios en Roma, obtuvo su diploma de estudios secundarios en el Instituto Técnico de Odontología a los 18 años.
Un día y mientras navegaba en Internet se interesó en un aviso: el Ejército Italiano llamaba a los jóvenes interesados a formar parte de sus filas y prestar su Servicio Militar Voluntario.
Sintiendo un interés particular en el tema se informó y al poco tiempo dijo hasta luego a sus padres e ingresó en el Ejército Italiano.
Durante tres años incursionó en este mundo de las armas y al egresar se le presentaban tres alternativas: continuar en la Policía de Finanzas, Los Carabineros o la Policía de Estado.
Optó por esta última, realizando de inmediato las aplicaciones regulares y una vez que lo aceptaron su vida gira en una labor que abraza con verdadera pasión en donde se siente realizado como profesional y como miembro de la sociedad a la cual ha jurado proteger.
Familia
Su madre es Rosa Idalia Díaz, quien llegó a Italia en 1979, ahora es ciudadana italiana y trabaja como custode (administradora) de un edificio de apartamentos.
Su padre Obert Atauje Contreras, peruano, labora como organizador de eventos especiales. Tiene un hermano menor, de 17 años, y estudia, todos viven en Roma.
Omar es padre de un pequeño de cinco años fruto de su relación con la joven Arely Montalván, una hondureña residente en Italia desde hace siete años.
“Mi madre es originaria de Olancho y mi compañera es de Nacaome”.
Denni, su hijo, está casi pronto para iniciar su educación primaria, habla español e italiano “al igual que mi mamá me enseñó desde pequeño el español decidimos con Arely hacer lo mismo con nuestro Denni”.
A pesar de hablar muy bien el español, “en ocasiones olvido algunas palabras”, dice Omar sonriendo. Y para no olvidar sus raíces ha visitado en cuatro ocasiones tierras hondureñas.
“He visitado La Ceiba, el Lago de Yojoa, Valle de ángeles” y por supuesto ha visitado a la familia de su madre en Olancho.