SAN PEDRO SULA, HONDURAS.- Aumentando la probabilidad de enfermedades respiratorias y oculares, el territorio hondureño continúa escondido bajo la capa de humo que cubre toda la capital, Tegucigalpa y ahora, San Pedro Sula.
En horas de la mañana de este martes, según el índice de calidad del aire (ICA) en San Pedro Sula, el nivel de PM 2.5 es actualmente 8.9 veces superior al valor guía anual de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según explicó el meteorólogo de Copeco, Alberto López, “literalmente estamos respirando humo”, pues ante la ola de incendios, el aire en el país ha quedado en total contaminación.
Con una visibilidad practicante nula, los cielos de la ciudad industrial se encuentran obstruidos por la densa capa de humo.
Ante la situación, las autoridades gubernamentales han tomado medida en el Distrito Central, suspendiendo las clases y sectores laborales en el sector público, debido a la afectación del humo en los capitalinos y hay quienes piden iguales medidas en la zona norte.
Incremento de incendios acaba con los pulmones
En los primeros cuatro meses del año, la cantidad de incendios que se registró era abismal, arrasando con más de 38 mil hectáreas de bosque.
Uno de los siniestros más grandes que se reportó fue en el Parque Nacional La Tigra, el cual acabó con el gran pulmón de la capital, y ahora está destruyendo con el pulmón de los hondureños.
Las personas más sensibles a estas contaminaciones, son las más propensas a contraer enfermedades respiratorias, por lo que las autoridades sanitarias recomiendan el uso de mascarillas a la hora de salir de sus hogares.
Esta condición mantiene alerta a los hondureños, pues si la situación continua como hasta el momento, el usó mascarillas podría volverse nuevamente obligatorio.
¿El karma de la naturaleza?
La falta de aire puro en el país, no es más que el resultado de los incendios y según registros, al menos el 78% de estos son provocados por incendiarios.
No es una sorpresa que la naturaleza actué de esta manera, pues era de esperarse que cada acción traiga consigo una consecuencia y, en este caso, los mismos humanos están acabando con su propia vida.