Honduras

Se extingue el vino de coyol en el oriente de Honduras

Años atrás, una plaga se encargó de reducir las plantas de coyol en varias comunidades de Olancho. Esta situación ha generado una disminución en la producción del vino artesanal.

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24.03.2012

Llegó el verano, el momento propicio para alegrar el alma y saciar la sed a través de una dosis de vino de coyol. Al menos así se expresan los olanchanos ante la llegada del sofocante calor que ofrece el astro rey en los meses de marzo y abril.

El proceso para extraer el elixir es sencillo, el primer paso es cortar la palmera de coyol, la cual unos años atrás se exigía que llevará entre 10 y 15 años de haberse plantado, en la actualidad este requisito no es tan rígido. Posteriormente los expertos en el proceso hacen un hueco al tronco del árbol para obtener la bebida.

Este agujero debe estar a escasos centímetros de donde salen las ramas de la planta, el cual luego se cubre con una manta para evitar que el líquido que comienza a brotar se contamine.

De cada tronco se extraen entre 60 y 70 litros, durante un mes, el cual puede ser tomado de forma directa del tronco o con hielo, situación que dependerá del gusto de los clientes.

Los puestos de venta del vino de coyol son instalados en la orilla de la carretera que de Tegucigalpa conduce a Juticalpa.

Las improvisadas champas se inundan de viajeros que ante el imperante sol degustan de la bebida.

Baja producción

Años atrás, una plaga se encargó de reducir las plantas de coyol en varias comunidades de Olancho. Esta situación ha generado una disminución en la producción del vino artesanal.

Por esta razón los vecinos se esfuerzan por mantener la tradición y viajan hasta las aldeas ubicadas en las montañas del norte del departamento para producir la bebida.

Las palmeras de coyol tienen un costo de 450 lempiras. Un litro del elixir se adquiere entre 60 y 70 lempiras en las orillas de las carreteras o en algunos patios de las casas.

Cristóbal Ulloa, productor del vino en Jutiquile, explicó que en la actualidad la escasez de la planta los obliga a traer el árbol desde comunidades lejanas.

Ulloa adquiere unos 30 árboles por mes, en los que invierte unos 2,000 lempiras, al sumar los costos de acarreo.

La mayoría de las ventas se instalan a la orilla de las carreteras más transitadas, estos locales son conocidos como “paseras”.

En estos lugares se reúnen amigos y familiares entre lugareños y turistas que pasan por la zona con el fin de consumir la bebida que en ocasiones se convierte en embriagante.