Uno de los temas del momento es la toma de posesión presidencial del próximo 27 de enero. Un evento que tiene a muchos de correr y a otros en ascuas.
Dicho acto, es un protocolo que emana del poder legislativo para tomar la promesa de ley a la persona que comandará el poder ejecutivo durante los próximos cuatro años, respetando la volutad popular después de una declaración del órgano electoral, en este caso el Tribuna Supremo Electoral.
Sin embargo, hay que ser claros, la toma de posesión es un evento del poder legislativo y no del poder ejecutivo como se ha creído y tampoco es necesario que se haga un acto tan masivo como el que se ha acostumbrado.
A esta altura, no sabemos con claridad, si el próximo 27 de enero se hará un acto masivo en el estadio Nacional o no, pero este podría reducirse a un discurso incluso dentro del mismo hemiciclo legislativo. Aunque vale decir, que el presidente Juan Orlando Hernández, ha dicho que los nacionalistas celebrarán en las calles ese día.
La toma de posesión es el último acto que deriva de la instalación de la primera legislatura del Congreso Nacional, cuyo evento ha de producirse entre el 21 y 25 de enero próximo. El día 27, el presidente de la Junta Directiva en propiedad del Congreso Nacional convocará a los 128 diputados (y en presencia de invitados especiales sí así lo consideran), iniciará una sesión donde el presidente electo prestará su promera de ley.
Este acto, comienza en el legislativo y regularmente, el presidente de este poder suele decir: 'se suspende la sesión y se traslada al estadio Nacional donde se tomará la promesa de ley'.
El presidente del legislativo, acompañado de su secretario general, harán que el presidente electo jure ante la Constitución de la República y protocolariamente, la carta magna estará en manos de la esposa del presidente.
Sin embargo, hay que aclarar, que pese a que algunas personas opinan que la promesa de ley debe ser tomada frente a una buena cantidad de hondureños, que dieron el respaldo en las urnas, o bien que el acto debe ser público, no existe una obligación de que sea así, por lo que esta vez podría ser allí mismo en el Congreso Nacional, dándole seguimiento a las intenciones de Hernández de hacer una toma de posesión austera y sencilla.
El acto de ir al estadio Nacional, es más bien, un protócolo del poder legialtivo, a fin de que los representantes de las naciones amigas, representaciones diplomáticas e invitados especiales, sean testigos de la promesa y sean reconocidas por el pueblo hondureño tras que los gobiernos extranjeros reconocieran el triunfo del presidente electo. Además, de desarrollar una fiesta cívica y cultural con el pueblo.