Cuando las potentes aguas del Golfo de Fonseca golpean con fuerza la pequeña y vulnerable isla del Güipo, ubicada en el municipio de Marcovia, se llevan consigo lo que está a su paso, no así los sueños y esperanzas de los pobladores de esta localidad.
Durante décadas, la comunidad, mejor conocida por sus habitantes como Tomasón, ha sido víctima de las fuertes mareas, las cuales mes a mes llegan para robar parte de lo que con sacrificio y constancia han logrado obtener.
“La marea alta nos afecta porque el agua se nos mete hasta la casa y eso nos perjudica y debido a esto se generan infecciones y enfermedades que atacan sobre todo a nuestros niños”, manifestó Gladis Rodríguez, habitante de la zona.
Otro de los problemas que les preocupa es la falta de un centro asistencial que les brinde la atención médica en caso que la requieran.
Los vecinos a diario se quejan de la falta de apoyo gubernamental, reclaman ayuda para construir sus casas, fuentes de trabajo y dotación de servicios públicos.
“Nosotros somos víctimas de hasta los fenómenos naturales de forma constante y, pese a que esto no es una situación nueva, nunca hemos recibido soluciones”, reprochó Franklin Mondragón, presidente del patronato.
Viven de la pesca
Pese a que resienten el abandono gubernamental, la fe de estos pobladores crece día a día y les hace ver que hay una nueva oportunidad para lanzarse a las aguas para cumplir con la faena de pescar.
Y es que la captura de peces en alta mar es la única fuente de ingresos económicos con la que llevan el arroz y los frijoles a la vacía alacena que espera impaciente en cada cocina.
Lanzar las redes a las aguas del Pacífico no siempre les genera mayores ganancias, pues hay épocas del año donde la pesca se reduce tan solo para el consumo familiar.
Unas 50 familias son las que viven de este tipo de labor en las saladas aguas de la zona.
“Cuando es invierno hay producción, pero la tenemos que vender barata y ahorita nos ha ido mal porque no hay capturas de peces, y si aquí no hay pesca pues nos morimos de hambre”, dijo Darwin Cruz, quien desde hace más de 35 años ha recorrido las aguas del Golfo de Fonseca para llevar alimentos a su casa.
Por su parte, Clelia Aquino, quien fungió como secretaria del patronato de la localidad, demandó del presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, quien es originario de Choluteca, que se acuerde de los pescadores pues, según ella, es el sector que más han abandonado.
“Por favor señor Oliva, usted que nació en estas tierras, haga algo por nosotros porque a los pescadores el galón de gasolina nos está costando 120 lempiras y a veces nos movemos solo por cinco libras de jaiba que hemos pescado y no le ganamos nada”.
Hostigamiento
Otro de los flagelos que amedrenta a diario a estos hondureños es el miedo a verse cara a cara con miembros de la marina nicaragüense, pues eso implica la pérdida de sus instrumentos de pesca y, lo más lamentable, de su producto que con esfuerzo logran conseguir.
“Tenemos problemas con la marina nicaragüense. A varias personas les han quitado los motores con sus redes; ahorita, el presidente del patronato perdió su lancha y lo más lamentable es que las autoridades hondureñas no hacen nada para protegernos”, señaló Aquino.
La señora denunció, además, que “nuestra marina solo duerme, esos son solo espectadores de nuestras desgracias”.
Apuesta a la educación
En la isla aunque los problemas son varios y las circunstancias no son las mejores, las aguas que vigilan celosamente a la comunidad no son lo suficiente profundas para ahogar el sueño de los niños, pues todas las mañanas, sin necesidad de un despertador, se levantan con el deseo de recibir el pan del saber, en la única escuela con que cuentan.
El alcalde de Marcovia, Nahún Cálix, manifestó que pretenden desarrollar un plan estratégico enfocado en la educación y la salud en la localidad.
“Como sabemos que estas son áreas de suma importancia para el desarrollo de esta región, estamos haciendo alianzas con diferentes organizaciones y fundaciones”, manifestó el edil.
El funcionario detalló que hasta el momento han logrado una alianza con los representantes de Fundazúcar, para llevar mejores condiciones a los niños.
La fundación se proyecta con el donativo de mochilas y útiles escolares.
De acuerdo con Cálix, con los miembros de Fundazúcar, además, se desarrollará el proyecto de instalación de paneles solares para facilitar computadoras con Internet al centro educativo.
En el sector económico, el alcalde dijo que “estamos soñando con un proyecto de ecoturismo para que nuestros habitantes puedan explotar las bondades de la naturaleza de la zona”.