Tegucigalpa, Honduras
Tomaron lo necesario para salir lo antes posible de sus hogares. Dejaron a sus esposas, padres, e hijos para buscar su “sueño”, pero el camino no ha sido como lo pensaron.
Tomaron lo necesario para salir lo antes posible de sus hogares. Dejaron a sus esposas, padres, e hijos para buscar su “sueño”, pero el camino no ha sido como lo pensaron.
Nelson, Óscar y Melvin son tres compatriotas que salieron juntos desde Honduras y que actualmente han recorrido 2,150 kilómetros hasta Guadalajara, México, después de vivir más 29 días de camino, tristes, desolados y en calles violentas.
Los connacionales se vieron obligados a huir de su tierra natal, pues al igual que cientos de inmigrantes la pobreza, desempleo y violencia los orillan a buscar otras alternativas.
“Vamos luchando hacia otros rumbos a buscar oportunidades o algo, porque en mi país simplemente no hay fuentes de empleo” dijo Óscar Canales, uno de los tres inmigrantes, quien dejó a sus familiares.
Por su parte Melvin Alejandro contó que el espera encontrar trabajo para ayudar a su padre y madre que viven en Honduras.
Los inmigrantes deambulan por las calles de la ruta migratoria para encontrar una forma de avanzar hacia Estados Unidos, país que les ha cerrado las puertas e implementado nuevas políticas migratorias.
No es raro ver en las calles grupos de personas que cargan una pequeña mochila, a veces un bote con agua y un par de centavos, que en muchos casos son robados por bandas criminales.
Y es que en los últimos meses los asaltos en la ruta migratoria son la nueva modalidad de obtener dinero fácil, pues los malhechores saben que los desplazados forzosamente tienen que llevar efectivo para poder cruzar las fronteras.
“Hay mucho asaltante allí, nosotros venimos haciendo el esfuerzo allí con lo poquito que tenemos allá en Honduras, pero cuando llegamos acá nos vienen asaltando”, mencionó Nelson Mauricio, otro de los inmigrantes.
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Estos casos es el diario vivir de cientos de inmigrantes, quienes denuncian que la policía también les quita sus pertenencias.
“Entre la policía y la delincuencia no puedo diferenciar, está igual; nos bajan del tren, nos quitan lo poco que traemos y queremos seguir en otro lado no estar con ladrones, porque si venimos luchando es porque nuestro país está demasiado pesado. Si aquí está mal, mi país está peor”, detalló Canales.
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