MADRID, ESPAÑA.- Los cambios de clima son parte de las adaptaciones que deben enfrentar los hondureños que construyen
su nueva vida en España. Esta semana el país europeo enfrenta la primera ola de calor de la época de verano.
Aunque en Honduras predomina el clima tropical y mayoritariamente la estación seca, por lo que se pensaría que los compatriotas no tendrían problemas con las temperaturas altas, la realidad es distinta.
La diferencia es que las estaciones en España son invertidas y muy marcadas: invierno y verano. Estas variaciones extremas hacen complicado sobrellevar la adaptación al clima. Ni los españoles soportan estos cambios.
El mejor ejemplo es la actual ola de calor, que empezó este miércoles y terminará probablemente el domingo. Hablamos que la temperatura oscilará entre los 38 y tendría picos de 40 a 42 grados en este intervalo de días.
EL HERALDO conversó con una hondureña residente en Barcelona para conocer cómo afrontan el episodio en la ciudad condal. 'En Barcelona es más fuerte (el impacto del calor en verano) que quizás el frío que se siente en invierno', consideró Marisela Sánchez.
El recibo que aumenta, en todo caso, es el del servicio de agua 'porque se tiene que bañar hasta cinco veces al día, dormir es agobiante', relató. En las noches la temperatura cálida se mantiene y 'no descansas tranquilo, tal vez con un ventilador lo logras, pero igual tienes que saber usarlo por el abuso de la luz'.
Como alternativa, la mayoría de los hondureños en Barcelona en horas libres de trabajo 'visitamos mucho la piscina y el mar, ya que no queda a pocos minutos de los barrios que vivimos, es una manera para refrescarse'.
Además aparece el problema de abusar de las bebidas frías, los helados y el aire acondicionado para contrarrestar el calor. Esos cambios drásticos también acentúan la posibilidad de enfermarse.
Aunque en Honduras predomina el clima tropical y mayoritariamente la estación seca, por lo que se pensaría que los compatriotas no tendrían problemas con las temperaturas altas, la realidad es distinta.
La diferencia es que las estaciones en España son invertidas y muy marcadas: invierno y verano. Estas variaciones extremas hacen complicado sobrellevar la adaptación al clima. Ni los españoles soportan estos cambios.
El mejor ejemplo es la actual ola de calor, que empezó este miércoles y terminará probablemente el domingo. Hablamos que la temperatura oscilará entre los 38 y tendría picos de 40 a 42 grados en este intervalo de días.
EL HERALDO conversó con una hondureña residente en Barcelona para conocer cómo afrontan el episodio en la ciudad condal. 'En Barcelona es más fuerte (el impacto del calor en verano) que quizás el frío que se siente en invierno', consideró Marisela Sánchez.
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A los 35 grados hay que sumarle que es una ciudad húmeda 'porque que estamos muy cerca del mar y es una calor desesperante, los golpes de calor son fuertes', explicó. Generalmente experimentan fatiga, debilidad, confusión, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, ansiedad, mareos, taquicardia y somnolencia.
El nivel de ingresos también se alía con el problema. Según la hondureña, 'en los pisos que habitamos es muy escaso donde hay aire acondicionado porque no todas las personas tenemos la capacidad para pagar un recibo de luz tan alto como sale usando aire acondicionado, principalmente en los hogares de familias latinas'.
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El recibo que aumenta, en todo caso, es el del servicio de agua 'porque se tiene que bañar hasta cinco veces al día, dormir es agobiante', relató. En las noches la temperatura cálida se mantiene y 'no descansas tranquilo, tal vez con un ventilador lo logras, pero igual tienes que saber usarlo por el abuso de la luz'.
Como alternativa, la mayoría de los hondureños en Barcelona en horas libres de trabajo 'visitamos mucho la piscina y el mar, ya que no queda a pocos minutos de los barrios que vivimos, es una manera para refrescarse'.
Además aparece el problema de abusar de las bebidas frías, los helados y el aire acondicionado para contrarrestar el calor. Esos cambios drásticos también acentúan la posibilidad de enfermarse.
