Tener el síndrome de Down no es un impedimiento para llevar una vida productiva y ese es el ejemplo de Eva María Cruz Fajardo, una hondureña que trabaja desde hace más de una década en un restaurante de comidas rápidas en Tegucigalpa.
Eva María es un símbolo de tenacidad y esfuerzo, pero es un caso entre miles, ya que no siempre hay oportunidades laborales para estos compatriotas.
Cada día se traslada sola a su lugar de trabajo y regresa a casa en la colonia Hato de Enmedio, donde vive junto a su hermana.
'Mi hermana es mi mamá', dice Eva María con gratitud, la misma que refleja al hablar de sus compañeros de trabajo, quienes la aprecian y valoran.
Además de barrer y trapear, Eva María prepara los menús para los niños.
'Yo estoy feliz aquí en el trabajo', asegura esta compatriota a la que le gusta bailar punta y que muestra sus habilidades en el video que acompaña esta nota.
Las personas con síndrome de Down muestran algunas limitaciones en el lenguaje expresivo, pero poseen unas excelentes habilidades sociales, que 'quizás también se deba a un auténtico sentimiento de afecto y cariño por la gente que los rodea', señala un artículo reproducido en el muro de Facebook de la Fundación Síndrome de Down Honduras, en San Pedro Sula.
Se calcula que en el mundo, uno de cada 700 bebés nacen con este síndrome. En Honduras, actualmente hay un registro de 12,400 menores con esta condición.
El Día del Síndrome de Down se conmemora cada 21 de marzo, para visibilizar a las personas que padecen de esta condición.
'El acceso adecuado a la atención de la salud, a los programas de intervención temprana y a la enseñanza inclusiva, así como la investigación adecuada, son vitales para el crecimiento y el desarrollo de la persona' con síndrome de Down, señala la ONU, que este año ha puesto como lema 'Mis oportunidades, mis opciones. Disfrutar de plena igualdad de derechos y el papel de las familias'.