Como miembro importante del organismo que representa a los médicos de familia, Stella disfrutaba mucho la tradición en el Templo de Duno e invitaba a colegas de todo el país.
Este año, el propio Stella será el homenajeado.
Médico y profesor que preparó a una generación de médicos de familia en la Lombardía, Stella adquirió una distinción trágica en medio de la pandemia de coronavirus: Es el primer nombre en la lista de más de 150 facultativos fallecidos por la pandemia del Covid-19.
Siguió viendo a sus pacientes incluso después de que se quedó sin tapabocas.
Su deceso el 11 de marzo estremeció a la comunidad médica italiana, al punto de que fue recordado en una transmisión del informe diario del estado de la pandemia por la televisión nacional. A medida que seguían cayendo colegas suyos, su muerte pasó a simbolizar la abnegación de los médicos de familia, que quedaron librados a su suerte prácticamente y siguieron atendiendo pacientes del Covid-19 cuando los hospitales se vieron desbordados.
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“Fue como si hubiesen abatido al capitán de los médicos”, comentó su colega Alessandro Colombo, un amigo de años.
Los médicos de familia de la Lombardía dicen que en un primer momento casi no tenían información clínica ni lineamientos acerca de cuándo admitir pacientes y mucho menos del equipo protector que usaba el personal de los hospitales.
Stella, de 67 años, no se quejó cuando se quedó sin barbijos y siguió recibiendo pacientes, según Colombo. Y su muerte adquirió un significado mucho mayor que la pérdida de un esposo, padre y colega. Simboliza la horrenda carga que lleva sobre sus hombros el personal médico, que tiene 20.000 infectados en Italia.
“Sabíamos que enfrentábamos una amenaza, que éramos vulnerables”, expresó la doctora Laura Turetta, exestudiante de Stella en la facultad donde se forman los médicos de familia de la Lombardía. “Lamentablemente, fue el primero en una larga serie” de bajas.
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Stella era una figura imponente. Alto y fornido, era un foco de atención cuando entraba a una sala. Tenía fama de reformista, un hombre dedicado a sus estudiantes y que mantenía a los médicos de familia de Italia al tanto de las últimas novedades del campo.
La última clase que organizó fue un curso virtual sobre el Covid-19 al que se inscribieron más de 35.000 médicos. Stella se pasó semanas preparándolo y comenzó a dictarlo el 22 de febrero, un día antes de que se registrase el primer contagio local en Italia.
“La última vez que lo vi se mostró muy orgulloso del curso”, dijo Giovanni Leoni, director de la asociación de médicos de Venecia.
Colombo dice que habló por última vez con Stella la noche del 5 de marzo. Stella estaba en su casa de Busto Arsizio, cansado, y quería acostarse. Pero le aseguró que no estaba enfermo. Al día siguiente fue al hospital. Falleció el 11 de marzo.
“Lloré amargamente”, dijo Gianluigi Spata, director de la asociación regional de médicos de la Lombardía, que por entonces estaba en otro hospital, con oxígeno, luchando contra el Covid-19.
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Le gustaba leer y los últimos avances tecnológicos, y tocaba la guitarra. A menudo llevaba a su hijo a una práctica de vóleibol.
Colombo dijo que era trágico --y al mismo tiempo extraordinario-- que las reformas por las que luchó Stella en la Lombardía fuesen finalmente implementadas por necesidad debido a la pandemia.
Mencionó la decisión, de la noche a la mañana, de permitir que los médicos recién graduados trabajasen en los hospitales sin becas universitarias. Cuando estalló el brote del virus en Italia y empezó a escasear el personal médico, el gobierno abolió el examen que se toma a los recién graduados. En cuestión de días, se reorganizó el funcionamiento de los hospitales de la Lombardía para atender a la gente según sus necesidades, sin beneficiar a intereses poderosos.
Stella había luchado años por esas reformas y tropezado con numerosos obstáculos y resistencia, dijo Colombo.
“Es una lástima, una vergüenza que no haya podido ver los cambios que se están dando”, manifestó. “El milagro por el que Roberto luchó tantos años se hizo posible apenas falleció”.