Con sus afirmaciones el miércoles, el mandatario no sólo contradijo lo dicho por el doctor Robert Redfield, director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus iniciales en inglés), sino que lo calificó de “confundido” por pronosticar un plazo más largo.
Trump también estuvo en desacuerdo con el doctor Redfield sobre la efectividad de las mascarillas —que el mandatario recomienda pero casi nunca utiliza— y dijo que le llamó por teléfono a Redfield para decirle eso.
Horas antes, los CDC enviaron a los 50 estados un plan para la distribución de una vacuna que sería gratuita para todos los estadounidenses una vez que se demuestre su seguridad y efectividad, lo que aún no es el caso.
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Durante una audiencia ante el Congreso, Redfield dijo que los trabajadores de salud, personal de emergencias y otras personas de alto riesgo serían las primeras en recibir la vacuna, tal vez en enero e incluso antes de que finalice este año, pero es poco probable que esté disponible de manera más extensa —siempre que sea aprobada— antes de que concluya el primer semestre del próximo año.
Tras los comentarios de Trump, funcionarios de los CDC informaron la noche del miércoles que el director había creído que respondía a una pregunta sobre cuándo se completaría el proceso de vacunación para todos los estadounidenses.
Redfield, quien ocasionalmente portó mascarilla dentro de la sala de audiencias del Senado, también habló enfáticamente de la importancia de que todos utilicen cubrebocas para frenar la pandemia, que ha cobrado la vida de casi 200.000 estadounidenses. Dejó entrever la posibilidad de que una vacuna tenga el 70% de efectividad para crear inmunidad y declaró: “Me aventuraría a decir que esta mascarilla me garantiza más protección contra el COVID que una vez que reciba la vacuna”.
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Trump descalificó por completo sus palabras. “La vacuna es mucho más efectiva que la mascarilla”, declaró.
En cuanto a vacunar a los estadounidenses, Trump comentó el miércoles que creía que “podemos comenzar en algún momento de octubre”. Uno de sus asesores recién llegados, el doctor Scott Atlas, comentó que podría haber hasta 700 millones de dosis disponibles para finales de marzo”.
Trump realizó su pronóstico a pesar de que aún se están realizando pruebas de la vacuna en personas y algunos expertos de salud han dicho que podrían pasar meses, o tal vez más tiempo, antes de que haya una vacuna segura y con alta efectividad.
Los CDC enviaron un documento de planeación a los estados, territorios y algunas de las ciudades más grandes del país. Sumándose a las complicaciones logísticas, es posible que las vacunas deban aplicarse en dos dosis con varias semanas de separación y que deban permanecer en refrigeración.
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Redfield dijo que los estados no están listos para lidiar con la demanda de una distribución a tal escala y que se necesitarían alrededor de 6.000 millones de dólares en fondos adicionales para preparar al país.
Redfield precisó que cualquier vacuna que esté disponible en noviembre o diciembre tendría “suministros muy limitados” y estaría reservada para personal de emergencias y para las personas más vulnerables al COVID-19. La inyección no estaría disponible de manera generalizada hasta la primavera o el verano de 2021, estimó.
El plan enfrenta un persistente escepticismo. Apenas la mitad de los estadounidenses se vacunarían, de acuerdo con una encuesta de The Associated Press-NORC realizada en mayo. Para proteger eficazmente a la nación del coronavirus, los expertos dicen que más del 70% de la población debe estar inmunizada.
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