Uno de los principales obstáculos es el hecho de que los países ricos se han asegurado la mayoría del posible suministro de vacunas durante 2021. Además, Estados Unidos y otros países han rechazado sumarse al proyecto, llamado Covax.
“El suministro de vacunas no va a llegar en el corto plazo, y el dinero tampoco está”, advirtió Rohit Malpani, consultor de salud pública que trabajó con Médicos Sin Fronteras.
Covax fue concebido como una forma de dar acceso a los países a vacunas del coronavirus independientemente de su riqueza.
Está dirigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es una agencia de Naciones Unidas; Gavi, una alianza público-privada con financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates, que compra vacunas para el 60% de los niños del mundo, y la Coalición para las Innovaciones de Preparación de Epidemias, o CEPI, otra colaboración público-privada con apoyo de los Gates.
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El objetivo de Covax es comprar 2 millones de dosis para finales de 2021, aunque aún no está claro si la vacuna exitosa requerirá una o dos dosis para los 7,800 millones de personas del planeta. Los países que participan en el proyecto pueden comprar las vacunas a Covax o recibirlas gratis, si es necesario.
Desde el principio apareció un problema: Algunos de los países más ricos del mundo negociaron sus propios acuerdos directamente con las farmacéuticas, de modo que no necesitan participar en el proyecto en absoluto. China, Francia, Alemania, Rusia y Estados Unidos no tienen previsto sumarse.
Y hay tantos países ricos que han comprado vacunas de los fabricantes -antes siquiera de que las vacunas se aprueben- que ya han acaparado casi todo el suministro de vacunas para 2021.
La Unión Europea ha contribuido con 400 millones de euros (469 millones de dólares) para financiar Covax, pero el bloque de 27 naciones no lo utilizará para comprar vacunas, algo que algunos han interpretado como falta de confianza en la capacidad del proyecto para cumplir sus objetivos. En su lugar, la UE ha cerrado sus propios acuerdos para comprar más de 1,000 millones de dosis, privando a Covax de la fuerza de negociación de comprar fármacos para el continente.
Favi, la OMS y CEPI anunciaron en septiembre que países que representan a dos tercios de la población mundial se habían sumado a Covax, pero reconocieron que seguían necesitando 400 millones de dólares de gobiernos o de otras fuentes. Sin ellos, según documentos internos a los que tuvo acceso The Associated Press antes de la reunión de la junta de la organización esta semana, Gavi no puede firmar acuerdos para comprar vacunas.
Covax consiguió un gran acuerdo esta semana por 200 millones de dosis de la fabricante india de vacunas Serum Institute, aunque la firma dejó claro que una gran parte de ellas irían a gente en India.
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El proyecto necesitara 5,000 millones de dólares para finales del año que viene.
Covax dijo que las negociaciones para conseguir vacunas seguían adelante pese a la falta de fondos.
“Estamos trabajando con los gobiernos que han expresado interés antes para asegurar que recibimos compromisos de acuerdos en los próximos días”, dijo Aurelia Nguyen, directora gerente de Covax, en un correo electrónico. Añadió que nunca se ha intentado nada similar en el campo de la salud pública.
Covax “es un proyecto enormemente ambicioso”, dijo, “pero es el único plan sobre la mesa para poner fin a la pandemia en todo el mundo”.
Aun así, países pobres y activistas han expresado sus dudas sobre cómo operará el programa y qué efectividad tendrá.
El doctor Clemens Auer, miembro de la junta directiva de la OMS que fue el principal negociador de la UE para sus acuerdos de vacunas, dijo que hay una preocupante falta de transparencia sobre cómo funcionará Covax.
“No tendríamos poder de decisión sobre las vacunas, el precio, la calidad, la plataforma técnica o los riesgos”, dijo Auer. “Esto es totalmente inaceptable”.
Señaló que la OMS nunca consultó a los países sobre la estrategia que planeaban para las vacunas, y dijo que el objetivo de la agencia sanitaria de vacunar a los más vulnerables del mundo antes que a nadie es una “idea noble”, pero políticamente ingenua.
Dentro de los esfuerzos de Covax, la OMS y Gavi han pedido a los países que prioricen a los trabajadores sanitarios de primera línea, seguidos por los ancianos, con el objetivo de vacunar al 20% de la población mundial.
Una traba costosa es el hecho de que muchas posibles vacunas deben mantenerse frías desde la fábrica y hasta que se administran al paciente, según documentos internos de Gavi. El sector farmacéutico ha señalado que “el transporte aéreo de las vacunas de COVID será una importante limitación” y que podría hacer falta “una ampliación significativa y urgente de la capacidad de cadena del frío”.
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Otro obstáculo: Muchas de las posibles vacunas más destacadas requieren dos dosis. Eso implica el doble de jeringas, el doble de gestión de residuos y complicaciones derivadas de asegurarse de que los pacientes en rincones remotos del mundo reciben la segunda dosis a tiempo y se libran de los efectos secundarios.
“Por el hecho de que estamos intentando conseguir vacunas tan rápido como sea posible, esperamos unos datos limitados de seguimiento y eficacia”, indicó Gian Gandhi, responsable de logística para la división de suministros de UNICEF en Copenhague.
También se teme que el miedo a las demandas pueda desbaratas los acuerdos. Según documentos internos, Gavi dijo a los países que probablemente, las farmacéuticas pedirán garantías de que no afrontarán responsabilidad civil por muertes u otros efectos secundarios de la vacuna.
El doctor Nakorn Premsi, director del Instituto Nacional de la Vacuna de Tailandia, dijo que las autoridades en el país están estudiando si esa condición es aceptable. Por ahora, Tailandia sólo ha firmado un acuerdo no vinculante con Covax.
Algunos críticos afirman que Gavi no es lo bastante ambiciosa. La pandemia no acabará -y el mundo no podrá reabrir sus fronteras- hasta que la inmunidad de grupo vaya más allá de los países ricos que se han asegurado las dosis, dijo Eric Friedman, académico de derecho sanitario global en la Universidad de Georgetown, y que en general apoya el proyecto de Covax.
“Si queremos alcanzar la inmunidad de grupo y librarnos de esto, el 20% no va a bastar”, dijo.
Alicia Yamin, profesora adjunta de salud global en la Universidad de Harvard, dijo temer que “se está cerrando la ventana” para que Covax resulte ser operativa. Señaló que es decepcionante que Gavi, la OMS y sus socios no hayan presionado más a las farmacéuticas en cuestiones como propiedad intelectual o licencias abiertas, que podrían aumentar las vacunas disponibles.
Como hay pocos indicios de un cambio tan fundamental en el mundo de la salud global, señaló Yamin, es probable que los países en desarrollo dependan de vacunas donadas en lugar de cualquier programa de acceso asequible.
“Yo diría que los países pobres probablemente no se vacunarán hasta 2022 o 2023”, dijo Yamin.