El balance de víctimas sigue aumentando a medida que los equipos de rescate acceden a las áreas más devastadas y encuentran los cuerpos de personas atrapadas por las intemperies, que también causaron destrozos materiales en Luxemburgo, Holanda y Suiza.
Según el último balance este sábado, los fallecidos eran 170, 27 en Bélgica y 143 en Alemania, que también registra cientos de heridos, concentrados mayoritariamente en los estados occidentales de Renania-Palatinado y Renania del Norte-Westfalia.
Los habitantes que huyeron de sus casas amenazadas por el agua están regresando a sus hogares y muchos se encuentran un escenario desolador: casas semidestruidas, árboles arrancados, vehículos arrastrados por el agua, carreteras y puentes hundidos o suministro eléctrico cortado.
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'He pasado toda mi vida aquí, nací aquí, y jamás he visto algo similar', se entristecía Gregor Degen, panadero de la pequeña ciudad de Ahrweiler, en Renania-Palatinado, desfigurada por las crecidas.
'Es un escenario de terror (...) No he dormido en dos días. Mis padres se quedaron sin casa', deplora Michael Kossytorz, de 40 años, también nativo de ese lugar.
La canciller Angela Merkel viajará el domingo la zona, acudiendo al pueblo de Schuld, en Renania-Palatinado, calificado de 'mártir' tras haber quedado casi completamente arrasado.
'Su destino nos desgarra el corazón', dijo el sábado el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, respecto a las víctimas durante una visita a Erftstadt, ciudad cercana a Colonia socavada por un desprendimiento de tierra.
Durante ese discurso estalló una polémica alrededor de Armin Laschet, líder del partido conservador CDU de Merkel y candidato a sucederla en las elecciones de septiembre, al que se vio riendo durante una visita a las víctimas.
Ante la indignación, Laschet, presidente también del estado de Renania del Norte-Westfalia, se disculpó por su comportamiento 'inapropiado'.
Encontrar a los desaparecidos
En todas las ciudades afectadas, los bomberos, los servicios de protección civil, los responsables locales y militares, comenzaron ya las gigantescas tareas de limpieza de escombros y de barro que obstruyen a menudo las calles.En estas regiones del oeste de Alemania, por las que discurre el Rin, las inundaciones se debieron sobre todo a ríos pequeños, que salieron de su cauce debido a las intensas lluvias e invadieron zonas habitadas, construidas en lugares no aptos para la edificación de casas.
Los medios locales emitían imágenes de vehículos militares en las carreteras de Erftstadt. En esta región de Renania del Norte-Westfalia fueron movilizados 22.000 rescatistas, según los medios alemanes.
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'La tarea es inmensa', admitió Tim Kurzbach, el alcalde de Solingen, una ciudad del estado de Renania del Norte-Westfalia. Y la magnitud de la catástrofe solo se vislumbra.
Hay que achicar el agua, evaluar la solidez de los edificios dañados, algunos de los cuales tendrán que ser demolidos, restablecer el suministro de electricidad, gas y teléfono además de albergar a las personas que perdieron todo.
Las perturbaciones en las redes de comunicación, que hacen que muchas personas no estén localizables, complica también la tarea de establecer un balance fiable de desaparecidos.
Las pérdidas son 'tan importantes que nos tendrán ocupados durante mucho tiempo', advirtió la dirigente de Renania-Palatinado, Malu Dreyer.
'Sin precedentes'
En Alemania, la catástrofe repercutió en la carrera para suceder a Angela Merkel en las elecciones del 26 de septiembre. Esto 'cambia la campaña electoral' y pone el tema del clima en el centro del debate, según el diario Spiegel.Es consecuencia 'sin ninguna duda' del cambio climático, dijo Mark Rutte, primer ministro de Holanda, también afectada por las lluvias pero sin víctimas mortales.
En Bélgica, con 27 fallecidos, el primer ministro Alexander de Croo habló de un balance 'sin precedentes' y convocó un luto nacional el martes.
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Las autoridades del país siguen sin noticias de 103 personas, aunque confían en que 'la mayoría' estén 'sin medio de comunicarse', dijo a la AFP un portavoz del centro de crisis belga.
En Angleur, un pueblo al sur de Lieja, sus habitantes sacaban los muebles empapados sobre las aceras y achicaban el agua todavía acumulada en algunas plantas bajas.
'No sé si podré volver a abrir mi tienda. Aquí todavía no hay electricidad y todo es para tirar', dice John Theunis, gerente de 33 años de un salón de peluquería donde el agua llegó hasta un metro de altura el jueves.