La muerte de Osama bin Laden, hace un año, representó un golpe terrible para la red Al Qaida, pero en todo el mundo sus discípulos, organizados o solitarios, continúan defendiendo la yihad, estiman funcionarios y analistas.
Diezmada y desorganizada por los ataques realizados por drones estadounidenses en las zonas tribales de Pakistán y Afganistán, el nudo central de la red, llamada Al Qaida Central por los especialistas, se redujo a unas decenas de personas esencialmente dedicadas a sobrevivir.
Aunque perpetúe los llamados a una yihad global, el sucesor del “emir Osama”, el egipcio Ayman al Zawahiri, no logró imponerse ni substituir en la nebulosa yihadista global a la figura legendaria del fundador del movimiento.
“Lo que daba substancia a la vocación global, mundial, de Al Qaida era la personalidad misma de Bin Laden. Era una personalidad única, que Ayman al Zawahiri es incapaz de reemplazar”, dijo Jean Pierre Filiu, profesor de Ciencias Políticas en París y autor del libro “La verdadera historia de Al Qaida”.
Incapaz de organizar ataques a escala mundial, Al Qaida Central continúa tratando de inspirar a discípulos y sobre todo de sacar crédito de acciones realizadas, en nombre del islam yihadista, por organizaciones que habían expresado su alineamiento con Bin Laden.
En Yemen, los combatientes de Al Qaida en la Península Arábica (AQPA) realizan incesantes acciones de guerrilla contra el poder central de Saná y hasta llegaron a conquistar varias ciudades en el sur de ese país.
En Somalia, los rebeldes islamistas shebab, a pesar de estar fragilizados, resisten y continúan los ataques y atentados, y cuentan en sus filas con voluntarios venidos del mundo entero. En tanto, en los países del Sahel, los hombres de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) sacaron provecho de la revuelta en Libia y el fin del régimen de Muamar Gadafi para recuperar toneladas de armas, y aliados a los rebeldes tuareg conquistaron un inmenso territorio en el norte de Malí.
Pero más allá de la retórica, AQPA es por ahora la única organización que formalmente ha reconocido y aceptado la autoridad de Al Zawahiri, y que ha tratado de ir más allá de la retórica sobre la yihad mundial al intentar atacar aviones con destino a Estados Unidos.
Gracias a su presencia en Internet, que ninguna medida puede impedir, Al Qaida Central saluda y fomenta las acciones de estos movimientos asociados, pero se propone por sobre todo reclutar a distancia a los voluntarios, a los “lobos solitarios” que se radicalizan y deciden pasar a la acción, según expertos.
El joven francés de origen argelino Mohammed Merah es el ejemplo perfecto: se decía miembro de Al Qaida, pero más de un mes después de las matanzas que realizó en Toulouse y Montauban nada permite ligarlo al movimiento más que algunas palabras en la red.
“Cuanto mayor es la presión sobre Al Qaida Central, más difícil es preparar los ataques a gran escala, y más empeño pondrá en reclutar a individuos en Occidente para planificar y ejecutar atentados”, estimó la oficina europea de policía, Europol.