En este largo texto publicado en 'Klerusblatt', mensual bávaro destinado al clero, el papa, quien renunció hace seis años, sale de su silencio cuando la Iglesia está en la mira de las críticas por la revelación de escándalos sórdidos en Estados Unidos, Chile, Australia y Europa.
Pero algunos teólogos reaccionaron el jueves en las redes sociales al considerar 'molesto' el análisis del papa emérito de 91 años, que vive recluido en un pequeño monasterio de la Ciudad del Vaticano.
Benedicto XVI explica que la revolución de 1968 abogó por una 'libertad sexual' sin 'normas', que hacía de la pederastia algo 'permitido y apropiado'.
'Siempre me pregunté como los jóvenes podían en esta situación ir hacia el sacerdocio', subraya, al referirse al 'amplio hundimiento' de la vocación sacerdotal ocurrida en los años siguientes.
Basándose en ejemplos de su Alemania natal, cuenta la manera como 'el radicalismo sin precedentes de los años 1960' afectó la formación de los futuros sacerdotes en los seminarios
'Camarillas homosexuales se desarrollaron en diferentes seminarios, actuando más o menos abiertamente', recuerda. Y un obispo decidió mostrar películas pornográficas a los seminaristas 'con la idea de hacerlos más resistentes a los comportamientos contrarios a la fe'.
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El papa emérito constata con amargura una 'sociedad occidental donde Dios desapareció del espacio público' y donde la Iglesia es percibida como 'una especie de aparato político'.
'¿Por qué la pederastia tomó tales proporciones? Al final eso se explica por la ausencia de Dios', convertido en una 'preocupación de orden privado de una minoría' de creyentes, escribe.
En la segunda mitad de los años 1980 el asunto de la pederastia se volvió de actualidad para la Iglesia, especialmente en Estados Unidos, y condujo progresivamente al reexamen de la ley penal del derecho canónico y a la aplicación de condenas al clero tras procesos.
La Iglesia se dio cuenta que los crímenes de sus miembros 'dañaba la fe' que debe protegerse, tras haber garantizado de manera excesiva la sola protección de los acusados, difícilmente condenables, subraya el papa alemán.
Sus reflexiones se inscriben en el marco de los efectos de la cumbre eclesiástica organizada en febrero por el papa Francisco sobre los abusos sexuales de menores por parte del clero.