Kayla Cuevas y Nisa Mickens las mataron a machetazos en Long Island. Sus padres lloraron cuando el presidente Donald Trump prometió esta semana acabar con sus asesinos: la pandilla hispana MS-13. Pero invocarla como chivo expiatorio del discurso antiinmigrante es un error, aseguran expertos.
Trump, que llegó al poder hace un año vinculando a los indocumentados con terrorismo y crimen, volvió a arremeter contra la 'salvaje MS-13' en su primer discurso sobre el estado de la Unión, pronunciado el 30 de enero.
Integrantes de la MS-13 aprovecharon 'flagrantes rendijas legales' para ingresar al país y 'terminaron en la escuela secundaria de Kayla y Nisa', dijo Trump al repasar el brutal asesinato de 2016, por el que seis miembros de esa pandilla llegados como menores de edad al país fueron acusados.
En el palco oficial, estaba también el agente Celestino 'CJ' Martínez, amenazado de muerte por la MS-13, pero que logró detener a unos 220 integrantes de esta pandilla de raíces salvadoreñas.
'Eres un tipo valiente', lo felicitó Trump, y se comprometió a reforzar el combate a esa 'horrible gente'.
La retórica del mandatario no es nueva. Pero analistas afirman que puede ser contraproducente para sus propios objetivos de seguridad.
Lea también: Trump decepcionado por renuncia de exasesora a puesto de embajadora
Riesgo 'exagerado'
'Trump está exagerando el peligro que esta pandilla plantea', señaló José Miguel Cruz, que estudia las pandillas centroamericanas desde 1996, en una columna publicada en el Washington Post.
La MS-13 no es tan poderosa en territorio estadounidense, donde nació en los años 1980, como Trump dice, recordó.
De los 40,000 miembros estimados de la MS-13, 30,000 operan en el Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras), adonde fueron deportados sus miembros en las décadas de 1990 y 2000, volviéndolo uno de los lugares más peligrosos del mundo.
Y los 10,000 que hay en Estados Unidos son un mínimo porcentaje de los 1,4 millones de pandilleros activos en el país.
'No es más violenta que otras muchas pandillas, y sigue siendo una operación criminal en gran medida rudimentaria', dijo a AFP Steven Dudley, codirector de InSight Crime, un centro de análisis del crimen organizado.
Peligro de fomentarla
La MS-13, o Mara Salvatrucha, es famosa por su crueldad. 'Son animales', dijo Trump a fines de julio pasado, cuando visitó Brentwood, el pueblo de Long Island donde asesinaron a Kayla y Nisa y donde la gran mayoría de sus habitantes son hispanos. 'No deberían estar aquí', afirmó.
'Para Trump, el MS-13 es un 'coco' en sus esfuerzos por crear políticas antimigrantes de línea dura', dijo Dudley.
Pero esto puede tener un efecto bumerán, advirtió. 'Su combinación de migración con actividades de la MS-13 vilipendia innecesariamente a comunidades enteras y puede fomentar el desarrollo a largo plazo de esta pandilla al marginar aún más a estas comunidades'.
El gobierno de Trump anunció en octubre que desmantelar a la MS-13 es una 'prioridad'.
Según Cruz, con esa designación 'errónea', sumada a la intensificación del discurso antiinmigración y las redadas contra las comunidades latinas, 'la administración solo está alentando a esa pandilla y a otras similares a florecer aquí'.