Pero debido al coronavirus y al confinamiento de gran parte de la población estadounidense de unas 327 millones de personas, todo trabajo en el terreno fue suspendido, una decisión que pone en jaque los resultados de este costoso esfuerzo que requiere años de preparación.
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El censo, que comenzó el 12 de marzo y que por primera vez puede llenarse en línea, además de por teléfono o correo, es clave para definir cuántos legisladores tendrá cada estado en la Cámara de Representantes, y a qué escuelas y hospitales serán destinados miles de cientos de millones de dólares de fondos federales.
Pero a raíz del contagioso coronavirus que ha matado a más de 12,000 personas en el mundo, la Oficina del Censo suspendió todas sus operaciones en el terreno por lo menos hasta el 1 de abril y dijo que considera aplazar la fecha final del censo más allá del 31 de julio.
'Un desafío muy grande'
'Esa fecha puede y será ajustada si es necesario al evolucionar la situación, a fin de lograr un conteo completo y preciso', indicó la Oficina del Censo en un comunicado.
Un portavoz rechazó todo comentario sobre el impacto que tendrá la pandemia en el resultado.
'Este es un desafío muy grande para un censo que ya enfrentaba desafíos', como la realización del conteo durante una ruidosa campaña electoral 'y la cruzada del gobierno para incluir una pregunta sobre la ciudadanía a último minuto', finalmente descartada por la Suprema Corte, dijo a la AFP la experta en censos Terri Ann Lowenthal.
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Aunque el censo 2020 será el más automatizado de la historia, Lowenthal estima que para contar a un cuarto de la población aún se requiere contacto humano.
Miles de trabajadores del censo deben acudir en persona a los domicilios que no responden, que son más del 10% del total. Este trabajo comienza en general en mayo.
También deben contar presencialmente a quienes viven en la calle o en refugios, a residentes de hogares de ancianos, a trabajadores migrantes o a personas que moran en casas rodantes y no reciben el formulario por correo.
El gobierno 'puede tener dificultades a la hora de retener suficientes empleados que quieran ir a golpear puertas si el contagio del virus no se desacelera', advirtió Lowenthal.
Mucho en juego
La ciudad de Nueva York ha invertido 40 millones de dólares para realizar una gran campaña de información a fin de contar a todos sus residentes, inclusive a más de 500,000 inmigrantes indocumentados que temen que sus datos sean usados por el gobierno Trump para deportarlos.
Pero ahora este trabajo que debía realizarse puerta a puerta tendrá que hacerse por teléfono, SMS o correo electrónico.
Douglas Carrasquel, un venezolano de 43 años que trabaja para Make the Road New York (MRNY), una de las 155 organizaciones comunitarias contratada por la alcaldía para la campaña, llama por teléfono a unas 200 personas cada día para alentarlas a llenar el censo.
'¡Les explico lo que está en juego: nuestros hospitales, escuelas, calles, ¡todo!', dijo a la AFP durante un taller de formación sobre el censo en Queens, el día antes de que cerraran las oficinas por el coronavirus.
El mayor desafío era conseguir que los inmigrantes sin papeles se animaran a participar en el censo, pero ahora 'el coronavirus nos pone otra traba', opinó Antonio Alarcón, coordinador del censo de MRNY.
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'Tus emociones, tu carisma no se transmiten de una manera igual' en persona que por teléfono, dijo.
MRNY debía golpear 25,000 puertas de Brooklyn, Queens y Staten Island para explicar a la gente que el censo tiene solo 10 preguntas que pueden responder en 13 idiomas, que se debe contar a todos los residentes en el hogar (inclusive a bebés y niños, que muchos inmigrantes no cuentan), y que no importa si uno es residente legal o no.
La pandemia 'afectará los resultados, desafortunadamente', estimó Alarcón, quien como varios representantes del Congreso y otras organizaciones, espera que el plazo para llenar el censo sea aplazado.
Pero Lowenthal advierte que esto puede traer 'consecuencias no deseadas' y afectar 'la precisión' del resultado. 'Es demasiado temprano para decidir si el conteo debe ser extendido. No tenemos una bola de cristal para ver cómo evolucionará el virus'.