LONDRES, INGLATERRA.- Cuatro años después de que la victoria electoral de
Donald Trump replanteara la forma en la que muchos países interactúan con Estados Unidos, la senda que tome la mayor superpotencia del mundo tras sus elecciones presidenciales afectará a muchos temas de importancia geopolítica, en función de si el ganador resulta ser Trump o su rival demócrata, el ex vicepresidente
Joe Biden.
De Irán a Cuba, de China a Israel, la implicación e influencia política en el escenario internacional ha cambiado mucho desde que Trump asumió el cargo en 2017. Abandonó acuerdos con algunos países, se alejó de aliados tradicionales y abandonó obligaciones multilaterales que según dijo no servían a los intereses de Estados Unidos.
Aunque la comunidad internacional ha criticado en ocasiones la filosofía de “Estados Unidos primero” de Trump, plasmada en la respuesta del mandatario a la pandemia del coronavirus, siempre hubo lugares, temas y conflictos en los que la implicación estadounidense no siempre fue bien recibida, ya fuera con su predecesor, Barack Obama, o con otros mandatarios recientes.
“Enviamos un mensaje a esta clase de nacionalismo en el que no se está afrontando la responsabilidad de los asuntos globales”, dijo el responsable del comité del Nobel, Berit Reiss-Andersen.
En la era de la pandemia, Trump ha arremetido contra la Organización Mundial de la Salud y rechazado en gran parte el multilateralismo, al igual que líderes de ideología similar como Jair Bolsonaro, en Brasil, y Boris Johnson, en Gran Bretaña. Como Trump, ellos restaron importancia al coronavirus y acabaron contagiándose.
La situación es precaria. Estados Unidos aún está inmerso de lleno en la pandemia y ha sufrido más de 220.000 muertes. La pandemia ha repuntado en Europa y los contagios siguen siendo altos en India, Irán y otros países. Contener el virus, conseguir que haya una vacuna disponible y la coordinación internacional en torno a esos esfuerzos, con Estados Unidos como jugador clave, será crucial para que el mundo vea la luz al final del oscuro túnel.
Trump se ha esforzado por mantener las relaciones con Vladimir Putin, el presidente de Rusia, a pesar de que sus propias agencias de inteligencia confirmaron la interferencia de Moscú en las elecciones presidenciales de 2016 -que pretendían ayudar a la victoria de Trump- y a las acusaciones de que Rusia ofreció recompensas en secreto por matar a tropas estadounidenses en Afganistán.
La decisión de Washington de incluir en una lista negra el sector financiero iraní, dentro de una amplia campaña de sanciones, marca el rumbo que seguiría Estados Unidos durante un segundo mandato de Trump. Biden, que fue vicepresidente de Obama, más propenso al multilateralismo, podría reconectar con aliados que se han opuesto abiertamente a la estrategia de Trump, y quizá incluso con Irán.
Cuando se trata del conflicto israelí-palestino, lo que Trump describió como el “acuerdo del siglo” no fue bien recibido por los palestinos cuando se presentó este año. El texto básicamente daba luz verde a que Israel se anexionara la ocupada Cisjordania, acababa con la idea de una solución de dos estados y trastocaba décadas de diplomacia oficial estadounidense en lo referente a los asentamientos. De modo que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, será un mandatario que seguirá de cerca estas elecciones.
Las declaraciones de Trump preocuparon a diplomáticos y militares estadounidenses, algunos de los cuales señalaron que poner una fecha fija para la retirada podría impedir un acuerdo de paz entre el Talibán y el gobierno afgano. Biden señaló que las tropas debían retirarse de forma responsable y que debería quedar un contingente residual para combatir al extremismo.
Trump también ha reclamado que se saque a las tropas estadounidenses de Alemania, un país aliado donde llevan décadas, forzando al Pentágono a desarrollar un plan que costaría miles de millones de dólares y tardaría años en completarse. También se ha planteado una reducción de las tropas en Corea del Sur. Trump ha criticado a aliados a los que acusa de contribuir menos que Estados Unidos.
Hay pocos indicios de que Biden tendría la misma opinión.
De Irán a Cuba, de China a Israel, la implicación e influencia política en el escenario internacional ha cambiado mucho desde que Trump asumió el cargo en 2017. Abandonó acuerdos con algunos países, se alejó de aliados tradicionales y abandonó obligaciones multilaterales que según dijo no servían a los intereses de Estados Unidos.
Aunque la comunidad internacional ha criticado en ocasiones la filosofía de “Estados Unidos primero” de Trump, plasmada en la respuesta del mandatario a la pandemia del coronavirus, siempre hubo lugares, temas y conflictos en los que la implicación estadounidense no siempre fue bien recibida, ya fuera con su predecesor, Barack Obama, o con otros mandatarios recientes.
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Antes de la pandemia, a principios de 2020, la preocupación global más importante era si Washington y Teherán estaban al borde de una ruinosa guerra que convulsionaría Oriente Medio. Aunque ese riesgo ha remitido, hay mucha expectación por ver qué ocurre ahora, y quién vivirá en la Casa Blanca dentro de tres meses.
A continuación, un vistazo a algunas cuestiones clave que se verán determinadas en parte por quién gana la presidencia de Estados Unidos.
Geopolítica del virus
El Nobel de la Paz, que ganó Obama cuando estaba en el cargo, era algo que Trump anhelaba para sí. Pero el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas se llevó el galardón de 2020. Fue un firme respaldo a los esfuerzos multilaterales, el principal mensaje de la ONU, durante una pandemia que ha causado una grave inseguridad alimentaria en el mundo.“Enviamos un mensaje a esta clase de nacionalismo en el que no se está afrontando la responsabilidad de los asuntos globales”, dijo el responsable del comité del Nobel, Berit Reiss-Andersen.
En la era de la pandemia, Trump ha arremetido contra la Organización Mundial de la Salud y rechazado en gran parte el multilateralismo, al igual que líderes de ideología similar como Jair Bolsonaro, en Brasil, y Boris Johnson, en Gran Bretaña. Como Trump, ellos restaron importancia al coronavirus y acabaron contagiándose.
La situación es precaria. Estados Unidos aún está inmerso de lleno en la pandemia y ha sufrido más de 220.000 muertes. La pandemia ha repuntado en Europa y los contagios siguen siendo altos en India, Irán y otros países. Contener el virus, conseguir que haya una vacuna disponible y la coordinación internacional en torno a esos esfuerzos, con Estados Unidos como jugador clave, será crucial para que el mundo vea la luz al final del oscuro túnel.
Batalla
El resurgir de Rusia y el auge de China han puesto fin a un periodo tras la Guerra Fría en el que Washington era la única superpotencia.Trump se ha esforzado por mantener las relaciones con Vladimir Putin, el presidente de Rusia, a pesar de que sus propias agencias de inteligencia confirmaron la interferencia de Moscú en las elecciones presidenciales de 2016 -que pretendían ayudar a la victoria de Trump- y a las acusaciones de que Rusia ofreció recompensas en secreto por matar a tropas estadounidenses en Afganistán.
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Biden ha advertido a Rusia y otros gobiernos extranjeros de que como presidente de Estados Unidos, actuaría de forma agresiva para frenar cualquier interferencia sobre las elecciones estadounidenses.
China se ha convertido en un blanco clave de las críticas de Trump en los últimos meses. El mandatario ha impuesto aranceles punitivos, hecho comentarios racistas sobre el origen del virus en Wuhan y tomado medidas en ciberseguridad con la vista puesta en China. Pero tanto si el gobierno de la próxima legislatura lo dirige Trump como Biden, parece que las relaciones con Beijing seguirán siendo difíciles, ante la creciente apuesta de China por ganar influencia internacional.
Acuerdos, aliados y adversarios
Trump ha hecho hincapié en alejarse del acuerdo nuclear firmado por Irán y varias potencias internacionales, que se cerró durante el gobierno de Obama. Lo describió como “el peor acuerdo de la historia” y se retiró, para entusiasmo de Israel y Arabia Saudí y espanto de otros. Después, Estados Unidos mató al militar más destacado de Irán, el general Qassem Soleimani, en Bagdad. Irán respondió con un ataque de misiles balísticos contra bases iraquíes que acogen tropas estadounidenses.La decisión de Washington de incluir en una lista negra el sector financiero iraní, dentro de una amplia campaña de sanciones, marca el rumbo que seguiría Estados Unidos durante un segundo mandato de Trump. Biden, que fue vicepresidente de Obama, más propenso al multilateralismo, podría reconectar con aliados que se han opuesto abiertamente a la estrategia de Trump, y quizá incluso con Irán.
Cuando se trata del conflicto israelí-palestino, lo que Trump describió como el “acuerdo del siglo” no fue bien recibido por los palestinos cuando se presentó este año. El texto básicamente daba luz verde a que Israel se anexionara la ocupada Cisjordania, acababa con la idea de una solución de dos estados y trastocaba décadas de diplomacia oficial estadounidense en lo referente a los asentamientos. De modo que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, será un mandatario que seguirá de cerca estas elecciones.
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Las relaciones de Estados Unidos con la Unión Europea y la OTAN también han sido más accidentadas durante el gobierno de Trump. Muchos europeos y sus gobiernos siguen muy comprometidos con estos bloques multilaterales. Biden, heredero de una tradición de política exterior más alineada con otros líderes estadounidenses posteriores a la II Guerra Mundial, ha dicho que adoptaría una estrategia más conciliadora con sus viejos aliados.
Trump confiaba en que su impactante acercamiento hacia el líder norcoreano, Kim Jong Un, sería su legado en política exterior. Pero sus cumbres ofrecieron mucho espectáculo y ningún resultado tangible, al tiempo que daban a Kim algo del reconocimiento que buscaba. En los últimos meses se ha dado poca atención a ese esfuerzo, y si las políticas del pasado son un indicio, Biden no buscaría más cumbres.
Presencia militar de EEUU en el extranjero
Trump ha lamentado las “guerras infinitas” de Estados Unidos y prometido ponerles fin. Pero su reciente afirmación de que todas las tropas estadounidenses habrán salido de Afganistán para final de año tomó por sorpresa al Ejército estadounidense.Las declaraciones de Trump preocuparon a diplomáticos y militares estadounidenses, algunos de los cuales señalaron que poner una fecha fija para la retirada podría impedir un acuerdo de paz entre el Talibán y el gobierno afgano. Biden señaló que las tropas debían retirarse de forma responsable y que debería quedar un contingente residual para combatir al extremismo.
Trump también ha reclamado que se saque a las tropas estadounidenses de Alemania, un país aliado donde llevan décadas, forzando al Pentágono a desarrollar un plan que costaría miles de millones de dólares y tardaría años en completarse. También se ha planteado una reducción de las tropas en Corea del Sur. Trump ha criticado a aliados a los que acusa de contribuir menos que Estados Unidos.
Hay pocos indicios de que Biden tendría la misma opinión.