El gobierno federal estadounidense se prepara para enviar a cientos de miles de funcionarios considerados no esenciales a vacaciones sin goce de sueldo en una semana, como ocurrió en 1995, si el Congreso no alcanza un acuerdo sobre el gasto público. Las agencias federales recibieron la orden la semana pasada de prepararse para lo peor.
“Queda todavía tiempo para que el Congreso impida un agujero en el presupuesto”, escribió el martes pasado Sylvia Burwell, que ocupa las funciones de ministra de presupuesto. “Pero una gestión prudente obliga a las (distintas) reparticiones” del Estado “a estar preparadas para esa posibilidad”, que implicaría el recortar cargos temporalmente.
El Pentágono informó ayer a sus empleados civiles que podrían dejar de trabajar, según el portavoz George Little. En cuanto a los soldados y militares, “serán pagados pero tal vez no a tiempo”, sostuvo.
En 2011, durante una situación similar por desacuerdos en el Legislativo, el gobierno de Barack Obama estimó que unos 800,000 funcionarios se verían afectados.
Según la ley, el Congreso debe votar por aumentar el tope de endeudamiento antes del final del ejercicio fiscal 2013, el lunes 30 de setiembre a las 23H59.
El Congreso está dividido entre los republicanos que controlan la Cámara de Representantes, clave en cuestiones de presupuesto, y el Senado demócrata.
En general, a último momento llegan a un acuerdo que evita el cese de los funcionarios o un default. Pero esta vez los republicanos se niegan a financiar al gobierno si la reforma de la salud del presidente, a la cual se oponen, mantiene su crédito.
El Senado debería modificar un proyecto de presupuesto temporal, que estira el financiamiento público hasta el 15 de diciembre y fue aprobado el viernes por la Cámara, que deberá entonces volver a votar.
La situación rememora el otoño de 1995, cuando otro presidente demócrata, Bill Clinton, se oponía a un Congreso en aquel entonces totalmente controlado por los republicanos.
Parques y museos cerrados
Republicanos y demócratas apuestan cada uno por su lado que el rival será el que cederá primero. En 1995, el 13 de noviembre, el presidente Bill Clinton vetó un proyecto de presupuesto considerado demasiado austero, y unos 800,000 funcionarios se fueron a casa sin ingresos durante cinco días, en un procedimiento conocido como “shutdown” o cierre.
“No sabían lo que pasaría, pero (los republicanos) pensaban que la opinión pública señalaría a la Casa Blanca y Clinton como responsables”, dijo el historiador Steve Gillon, autor de un libro sobre la era Clinton (The Pact: Bill Clinton, Newt Gingrich and the rivalry that defined a generation (“El pacto: Bill Clinton, Newt Gingrich y la rivalidad que definió una generación”).
Entonces, el Congreso votó algunas semanas de financiamiento adicional, pero el 15 de diciembre nuevamente se produjo un bloqueo. Durante 21 días, hasta el 6 de enero, 284,000 funcionarios quedaron desempleados, según un informe de los servicios de investigación del Congreso de 1997. Otros 475,000 siguieron trabajando sin recibir paga.
Los servicios esenciales (Ejército, FBI, Justicia, Seguridad Nacional, control de tráfico aéreo) no fueron incluidos en el cese, pero los programas considerados no esenciales fueron cerrados.
Los Institutos Nacionales de Salud no aceptaron más pacientes para sus proyectos de investigación. Los Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), vigilancia sanitaria del país, suspendieron la vigilancia de enfermedades.
Algunas plantas de descontaminación se detuvieron. Las fuerzas del orden suspendieron las contrataciones. Decenas de miles de pedidos de visas y pasaportes quedaron para atrás.
En Washington, cuyo presupuesto depende directamente del Congreso, en noviembre, los tarros de basura se desbordaron y no fueron recogidos durante varios días.
El efecto más visible se produjo sobre el turismo: los 368 sitios y parques naturales administrados por el National Park Service fueron cerrados inmediatamente, al igual que todos los museos, en particular en Washington, con impacto sobre siete millones de turistas, según el gobierno.
El presidente de la Cámara, Newt Gingrich, fue considerado responsable por los estadounidenses, y busca un compromiso con Clinton: en siete años, el presupuesto sería equilibrado.