CIUDAD JUÁREZ, México
Después de 11 años de no verse tras quedar separada por la frontera entre Estados Unidos y México, la familia Pastrana pudo abrazarse por primera vez este sábado, en un evento especial que permitió a casi 200 familias fracturadas por el muro reunirse durante tres minutos.
El esperado encuentro se dio en pleno Río Bravo, que divide a la mexicana Ciudad Juárez (Chihuahua) y la estadounidense El Paso (Texas), ante la mirada vigilante de la Patrulla Fronteriza.
'Han sido 11 años muy largos, no habíamos podido vernos ni tocarnos en ese tiempo, es un momento inolvidable y se aprovecha para hacerles saber lo mucho que los amas', dijo a AFP, Claudia Pastrana, una mujer de 42 años y originaria de Ciudad Juárez, tras abrazar a su hermana y sobrina que emigraron a Texas en busca de una mejor vida.
Mayra, hermana de Claudia, también dijo que este evento organizado por la ONG Red Fronteriza de los Derechos Humanos 'fue algo inolvidable'.
De su lado, la Patrulla Fronteriza vigilaba cada movimiento a 100 metros de distancia para 'que nadie vaya a cruzar algo al momento de los abrazos', señaló Ramiro Cordero, portavoz de la Patrulla Fronteriza del sector de El Paso.
Como las Pastrana, más de 2.500 personas que forman otras 195 familias separadas por la emigración o deportaciones acudieron a este evento llamado 'Hugs Not Walls' (Abrazos, no muros) para abrazarse durante los tres minutos tolerados por las autoridades.
Esta es la cuarta ocasión en la que se realiza este evento, pero la segunda tras la elección a la presidencia de Donald Trump, quien en repetidas ocasiones ha esgrimido públicamente su repudio a la inmigración de mexicanos.
'Es una manera de hacer protesta y levantar la voz contra las políticas agresivas del actual presidente (estadounidense), y que ha separado a millones de familias', dijo Fernando García, director de Red Fronteriza.
Tras el breve pero efusivo encuentro de las Pastrana, Claudia, quien acudió a la cita con su hijo y sobrino, tuvo que volver al lado mexicano. Desde ahí, meneaba los brazos en una larga despedida a su hermana, quien poco a poco se perdía de vista a la distancia.
Después de 11 años de no verse tras quedar separada por la frontera entre Estados Unidos y México, la familia Pastrana pudo abrazarse por primera vez este sábado, en un evento especial que permitió a casi 200 familias fracturadas por el muro reunirse durante tres minutos.
El esperado encuentro se dio en pleno Río Bravo, que divide a la mexicana Ciudad Juárez (Chihuahua) y la estadounidense El Paso (Texas), ante la mirada vigilante de la Patrulla Fronteriza.
'Han sido 11 años muy largos, no habíamos podido vernos ni tocarnos en ese tiempo, es un momento inolvidable y se aprovecha para hacerles saber lo mucho que los amas', dijo a AFP, Claudia Pastrana, una mujer de 42 años y originaria de Ciudad Juárez, tras abrazar a su hermana y sobrina que emigraron a Texas en busca de una mejor vida.
Mayra, hermana de Claudia, también dijo que este evento organizado por la ONG Red Fronteriza de los Derechos Humanos 'fue algo inolvidable'.
De su lado, la Patrulla Fronteriza vigilaba cada movimiento a 100 metros de distancia para 'que nadie vaya a cruzar algo al momento de los abrazos', señaló Ramiro Cordero, portavoz de la Patrulla Fronteriza del sector de El Paso.
Como las Pastrana, más de 2.500 personas que forman otras 195 familias separadas por la emigración o deportaciones acudieron a este evento llamado 'Hugs Not Walls' (Abrazos, no muros) para abrazarse durante los tres minutos tolerados por las autoridades.
Esta es la cuarta ocasión en la que se realiza este evento, pero la segunda tras la elección a la presidencia de Donald Trump, quien en repetidas ocasiones ha esgrimido públicamente su repudio a la inmigración de mexicanos.
'Es una manera de hacer protesta y levantar la voz contra las políticas agresivas del actual presidente (estadounidense), y que ha separado a millones de familias', dijo Fernando García, director de Red Fronteriza.
Tras el breve pero efusivo encuentro de las Pastrana, Claudia, quien acudió a la cita con su hijo y sobrino, tuvo que volver al lado mexicano. Desde ahí, meneaba los brazos en una larga despedida a su hermana, quien poco a poco se perdía de vista a la distancia.