El presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un se dieron este lunes un histórico apretón de manos en la apertura de una cumbre histórica tras décadas de tensiones provocadas por las ambiciones nucleares de Pyongyang.
Los dos hombres se acercaron uno al otro y se dieron la mano mirándose a los ojos en un hotel de Singapur, antes de sentarse juntos ante los medios de todo el mundo.
Poco antes Kim recorrió las calles de la ciudad en una limusina con dos banderas norcoreanas ondeando delante, rodeada de otros autos negros con los cristales oscuros, en dirección al lujoso y custodiado.
“El mundo entero está observando esta histórica cumbre entre Corea del Norte y Estados Unidos, y gracias por sus sinceros esfuerzos...seremos capaces de completar los preparativos para la histórica cumbre”, dijo Kim a Lee a través de un intérprete.
El simple hecho de reunirse con Trump da a Kim un reconocimiento que Pyongyang lleva años buscando, presentándolo como un actor global y equiparándolo a Estados Unidos, nacional e internacionalmente, como el líder de un “país normal” merecedor de respeto.
Tras el primer encuentro en la historia entre en un presidente estadounidense y un líder norcoreano, ambos líderes estarán acompañados únicamente por traductores, durante hasta dos horas antes de incorporar a sus respectivos asesores.