Wesley Ira Purkey, declarado culpable de un secuestro y asesinato brutal en 1998 iba a ser ejecutado el miércoles por inyección letal en una prisión en Terre Haute, Indiana, donde otro preso, Daniel Lewis Lee, fue ejecutado el martes al fracasar las apelaciones de último minuto presentadas por sus abogados.
La jueza federal de distrito Tanya Chutkan, en Washington, D.C., aprobó dos recursos de amparo contra la ejecución de Purkey. El Departamento de Justicia inmediatamente apeló ambas decisiones. Una pausa temporal ya estaba vigente, proveniente de la Corte de Apelaciones de 7mo Distrito.
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Las decisiones tomadas a horas tempranas del miércoles presagian un frenético litigio en las horas antes de la programada ejecución de Purkey, similar a lo que ocurrió en días recientes previo a la ejecución de Lee después de una decisión de la Corte Suprema.
La ejecución de Lee, quien fue declarado culpable de matar a una familia en Arkansas en la década de 1990 como parte de una trama racista para erigir una nación exclusivamente de blancos, fue la primera de cuatro programadas para julio y agosto a pesar de que la pandemia del coronavirus ha llegado a las prisiones del país.
Purkey, de 68 años y de Lansing, Kansas, iba a ser el segundo preso federal en ser ejecutado, pero sus abogados probablemente seguirán presionando hasta que la Corte Suprema falle sobre su salud mental.
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“Este tema de la condición mental del preso presenta fuertes argumentos en teoría”, estimó Robert Dunham, director ejecutivo de la organización Death Penalty Information Center.
“Anteriormente la Corte Suprema ha cancelado ejecuciones con base en este argumento. Es de esperar que la decisión sobre si Purkey vive o muere no llegará sino hasta el último minuto”, añadió.