En cambio, el turno de los abogados del narcotraficante mexicano duró poco más de media hora el martes.
Tras interrogar brevemente a un agente del FBI, el equipo defensor de Guzmán sorprendió a la audiencia del juicio anunciando que terminaba con su presentación de pruebas y llamadas a testigos.
El juez Brian Cogan dijo entonces que iniciaría el proceso técnico de revisar la presentación de cargos junto a la fiscalía y los abogados, sin el jurado presente. El miércoles se espera que el jurado escuche los argumentos de cierre de la fiscalía y el jueves los de los abogados. Es posible que entonces las deliberaciones del jurado arranquen el viernes, aunque eso también podría ocurrir el lunes.
“El Chapo”, uno de los narcotraficantes más conocidos que existen y exlíder del cartel de Sinaloa, se ha declarado inocente de supuestamente acumular una fortuna multimillonaria a través del tráfico de toneladas de cocaína y otras drogas desde México a Estados Unidos. De ser encontrado culpable en el juicio que enfrenta en la corte federal de Brooklyn, encararía una posible sentencia a cadena perpetua.
La defensa de Guzmán se ha basado en mostrar a los testigos de la fiscalía como criminales que mienten y que sólo están interesados en reducir sus propias sentencias al testificar. Los abogados del narcotraficante aseguran que el cartel de Sinaloa estaba realmente dirigido por Ismael “El Mayo” Zambada, quien nunca ha sido detenido. La defensa también ha dicho que “El Chapo” ha sido víctima de una conspiración entre el gobierno mexicano, el estadounidense y el propio “Mayo” para acabar con él.
El martes, Jeffrey Lichtman, uno de los abogados de Guzmán, preguntó a un agente del FBI sobre un informe que éste escribió cuando interrogó al narcotraficante colombiano Jorge Cifuentes en febrero de 2017. Cifuentes contó en ese momento a las autoridades que en 2010 se reunió con un estadounidense, miembro de los servicios de inteligencia de la Marina, que le mostró un lápiz de memoria USB lleno de pruebas contra la familia Cifuentes y Guzmán.
Lichtman argumentó que Cifuentes usó lo que vio en el USB para contar a funcionarios estadounidenses lo que éstos querían oír sobre Guzmán, intentando demostrar así que Guzmán fue víctima de conspiración por parte de los gobiernos mexicano y estadounidense.
El intenso juicio, que empezó a mediados de noviembre, ha abierto una ventana al mundo del narcotráfico que dirigía Guzmán, arropado por la desenfrenada corrupción de altos funcionarios mexicanos.
Un total de 13 antiguos socios, colaboradores y exmiembros del cartel de Sinaloa han testificado y expuesto cómo funcionaba ese grupo criminal, desde cómo llegaba la droga desde Colombia a cuánto ganaba un pistolero al mes, a cuántas empleadas de la limpieza tenía Guzmán en las montañas de la sierra de Sinaloa.
El nivel de detalle ha sido a veces sorprendente: el jurado de 12 personas ha leído mensajes de texto entre Guzmán y su esposa Emma Coronel, hablando de las enchiladas suizas de ésta, o cómo el narcotraficante decía cosas como “a chingar a tu madre” antes de dar un balazo en la cabeza a alguien.
Los primeros testigos, como Jesús “El Rey” Zambada o el colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía, más conocido como “Chupeta”, ofrecieron un amplio panorama de las operaciones de tráfico de drogas y cómo ésta se transportaba. Estos y otros testigos nombraron lanchas rápidas, barcos pesqueros, aviones de fibra de carbono para evitar radares, helicópteros, camiones, trenes, submarinos, trailers llenos de latas de jalapeños y, obviamente, túneles bajo la frontera entre México y Estados Unidos.
“Chupeta” abarcó los titulares de muchos medios de comunicación debido a su rostro desfigurado, alterado varias veces debido a las operaciones de cirugía plástica que se hizo para evadir a la policía.
Sin embargo, uno de los puntos clave del juicio lo trajo Christian Rodríguez, el exingeniero técnico del cartel de Sinaloa. Rodríguez habló de la valiosa información que llegó a darle al FBI a partir de 2011: no sólo les envió el audio de llamadas telefónicas hechas por Guzmán, sino que logró instalar un sistema de grabación automática de llamadas al que tuvieron acceso las autoridades estadounidenses.
También dio al FBI los nombres y contraseñas de todas las cuentas del software de espionaje que “El Chapo” había instalado en varios teléfonos de miembros del cartel, simplemente porque desconfiaba de ellos.
Es así como el jurado pudo escuchar la voz de Guzmán en incriminatorias llamadas y ver íntimos mensajes de texto entre él y al menos dos amantes.
En el juicio salieron también a relucir, varias veces, los sobornos que Guzmán y sus socios pagaban a altos funcionarios, pero ninguno equivalió en importancia al que nombró un testigo colombiano llamado Alex Cifuentes.
Este dijo que Guzmán supuestamente pagó un soborno de 100 millones de dólares al expresidente mexicano Enrique Peña Nieto y que el envío de dinero lo hizo una mujer conocida como Comadre María en Ciudad de México en octubre de 2012. En ese momento Peña Nieto era presidente electo. Exmiembros y colaboradores de su gobierno han negado las acusaciones.
Coronel, quien casi cada día ha acudido al juicio y se ha mantenido tranquila, tocándose el pelo y mirándose las uñas, ni se inmutó cuando Dámaso López, exfuncionario y socio de Guzmán durante años, testificó que ella coordinó, junto a los hijos del narcotraficante, la famosa fuga de éste de una cárcel mexicana en 2015. Coronel, dijo López, participó en reuniones sobre la planeación de la fuga y pasaba a los miembros del cartel los mensajes de Guzmán.
Una de las amantes de Guzmán, la exlegisladora Lucero Sánchez, describió otra fuga: cuando en 2014, ella, Guzmán y otras dos personas huyeron de las autoridades por un húmedo túnel conectado al baño de una casa. Era de madrugada y Guzmán iba desnudo.
Ahora, tras dos meses y medio de juicio, el jurado tendrá que decidir qué hacer con el mexicano, quien ha sido descrito como un hombre desconfiado, que mantenía la calma bajo presión y que podía matar a sangre fría sin inmutarse. También era vanidoso: quiso hacer una película y un libro sobre su vida.
El destino del narcotraficante queda en manos de las siete mujeres y cinco hombres que componen el jurado. Los argumentos de cierre de la defensa son la última posibilidad que le queda a Guzmán para agradar al jurado y evitar pasar el resto de su vida en prisión.