Siria
Un rescatista alumbra con la linterna de su casco los escombros de un edificio bombardeado en Siria y logra sacar a una bebé atrapada, después se desploma en llanto. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y ahora el padre de la niña relata el drama a la AFP.
La imagen del rescatista trabajando en una montaña de escombros, que logró sacar a la pequeña Wahida, de cuatro meses, con su pijama amarillo y la cara embarrada y ensangrentada, fue captada en la ciudad de Idleb. La difusión de la grabación generó conmoción en todo el mundo este fin de semana.
Era un jueves.
'Yo estaba en la tienda donde trabajo, cuando comenzaron los bombardeos aéreos', recordó Yeyha Maatuk, que habla con un tono neutro.
'Enseguida corrí hacia nuestra casa y vi que nuestro barrio estaba arrasado. No encontré a nadie en lo que quedaba de nuestra vivienda', agregó desde el techo de lo que quedó de la misma.
En eso, escuchó la voz casi asfixiada de su mujer, que había quedado sepultada bajo los escombros de su apartamento, situado en un pequeño edificio.
'Busqué por todos lados. Levanté un bloque de cemento y la encontré boca abajo. Cavé alrededor para poderla liberar y gracias a Dios, ella estaba consciente y me hablaba', indicó.
Enseguida, los socorristas del organismo de Defensa Civil, que trabajan en las zonas controladas por los rebeldes sirios, se lanzaron a la búsqueda desesperada de las dos hijas de la pareja: Wahida, de cuatro meses y Sinar, de tres años.
'Comencé a cavar en la habitación y encontré la mano de mi hija (Wahida). Cuando logré alcanzarla ella se aferró a mi dedo', prosiguió.
Los rescatistas lograron levantar los bloques de cemento y el padre logró volver a tener en sus brazos a la bebé.
'La llevaron al hospital y gracias a Dios está viva', agregó.
- Les lágrimas del salvador -
Un video filmado por los mismos rescatistas, muestra a un joven voluntario que logra sacar a la bebé, vestida con su pijama amarillo fluorescente cubierto de polvo.
El rescatista, que no ha sido identificado, toma tiernamente a la bebé y la lleva en los brazos hasta la ambulancia.
'Nos llevó dos horas sacarla de los escombros, y gracias a Dios está viva', dijo llorando el trabajador, según se ve en las imágenes.
Su llanto se mezcla con el de la bebé.
Pero mientras Wahida fue llevada al hospital, su padre siguió buscando a su otra hija, Sinar, de tres años, y a su madre. Ambas resultaron muertas en el bombardeo que dejó en total seis muertos, entre ellos cuatro niños, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
'Mi segunda hija (...) el muro le cayó encima. Está muerta. Hubiera preferido perder todo, pero no a ella', confesó Yeyha Maatuk, con la voz resquebrajada.
Con su mujer y con Wahida, el joven padre fue acogido en casa de familiares en las afueras de Idleb, una ciudad del noroeste de Siria que las fuerzas del gobierno de Damasco, apoyadas por Rusia, buscan reconquistar.
Ahora intentan reparar lo que quedó de su hogar.
Pese a los rasguños y a los hematomas en la cabeza, Wahida está tranquila en los brazos de su padre, desde donde mira hacia el cielo con sus ojos negros.
Consultado sobre qué espera para el futuro, Maatuk suspira, impotente.
'Nos encomendamos a Dios (...) Ni siquiera podemos asimilar lo que nos pasó', concluye.
Un rescatista alumbra con la linterna de su casco los escombros de un edificio bombardeado en Siria y logra sacar a una bebé atrapada, después se desploma en llanto. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y ahora el padre de la niña relata el drama a la AFP.
La imagen del rescatista trabajando en una montaña de escombros, que logró sacar a la pequeña Wahida, de cuatro meses, con su pijama amarillo y la cara embarrada y ensangrentada, fue captada en la ciudad de Idleb. La difusión de la grabación generó conmoción en todo el mundo este fin de semana.
Era un jueves.
'Yo estaba en la tienda donde trabajo, cuando comenzaron los bombardeos aéreos', recordó Yeyha Maatuk, que habla con un tono neutro.
'Enseguida corrí hacia nuestra casa y vi que nuestro barrio estaba arrasado. No encontré a nadie en lo que quedaba de nuestra vivienda', agregó desde el techo de lo que quedó de la misma.
En eso, escuchó la voz casi asfixiada de su mujer, que había quedado sepultada bajo los escombros de su apartamento, situado en un pequeño edificio.
'Busqué por todos lados. Levanté un bloque de cemento y la encontré boca abajo. Cavé alrededor para poderla liberar y gracias a Dios, ella estaba consciente y me hablaba', indicó.
Enseguida, los socorristas del organismo de Defensa Civil, que trabajan en las zonas controladas por los rebeldes sirios, se lanzaron a la búsqueda desesperada de las dos hijas de la pareja: Wahida, de cuatro meses y Sinar, de tres años.
'Comencé a cavar en la habitación y encontré la mano de mi hija (Wahida). Cuando logré alcanzarla ella se aferró a mi dedo', prosiguió.
Los rescatistas lograron levantar los bloques de cemento y el padre logró volver a tener en sus brazos a la bebé.
'La llevaron al hospital y gracias a Dios está viva', agregó.
- Les lágrimas del salvador -
Un video filmado por los mismos rescatistas, muestra a un joven voluntario que logra sacar a la bebé, vestida con su pijama amarillo fluorescente cubierto de polvo.
El rescatista, que no ha sido identificado, toma tiernamente a la bebé y la lleva en los brazos hasta la ambulancia.
'Nos llevó dos horas sacarla de los escombros, y gracias a Dios está viva', dijo llorando el trabajador, según se ve en las imágenes.
Su llanto se mezcla con el de la bebé.
Pero mientras Wahida fue llevada al hospital, su padre siguió buscando a su otra hija, Sinar, de tres años, y a su madre. Ambas resultaron muertas en el bombardeo que dejó en total seis muertos, entre ellos cuatro niños, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
'Mi segunda hija (...) el muro le cayó encima. Está muerta. Hubiera preferido perder todo, pero no a ella', confesó Yeyha Maatuk, con la voz resquebrajada.
Con su mujer y con Wahida, el joven padre fue acogido en casa de familiares en las afueras de Idleb, una ciudad del noroeste de Siria que las fuerzas del gobierno de Damasco, apoyadas por Rusia, buscan reconquistar.
Ahora intentan reparar lo que quedó de su hogar.
Pese a los rasguños y a los hematomas en la cabeza, Wahida está tranquila en los brazos de su padre, desde donde mira hacia el cielo con sus ojos negros.
Consultado sobre qué espera para el futuro, Maatuk suspira, impotente.
'Nos encomendamos a Dios (...) Ni siquiera podemos asimilar lo que nos pasó', concluye.