Miami, Estados Unidos
Sus posibilidades de éxito son escasas, pero los demócratas que se resisten a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se aferran a la ilusión de que este lunes el Colegio electoral se rebele contra el magnate republicano.
Trump no fue electo directamente por los 136 millones de estadounidenses que votaron el 8 de noviembre sino por 306 de los 538 grandes electores.
Habitualmente, el voto de estos legisladores o militantes locales en su gran mayoría desconocidos por la opinión pública, pasa prácticamente desapercibido y no es más que una formalidad.
En esta ocasión, sin embargo, la personalidad de Trump, el tono extremadamente agresivo de la campaña y el hecho de que la candidata demócrata Hillary Clinton haya claramente superado a su rival republicano (por una diferencia de más de 2,5 millones de votos, según un recuento aún provisorio) dieron al pronunciamiento del colegio un relieve particular.
Para lograr su objetivo, los anti Trump deben convencer al menos a 37 grandes electores del Grand Old Party, como se denomina al Partido Republicano. Pero nada indica que lo vayan a lograr.
Hasta ahora, apenas uno, el texano Christopher Suprun, anunció públicamente que responderá positivamente al llamado a la rebelión.
En una columna publicada a comienzos de diciembre en el New York Times, Suprun señaló que no votará por 'alguien que demuestra cada día que carece de las cualidades requeridas para la función presidencial'.
En el improbable caso de que el texano sea imitado por otros 36 grandes electores, sería la Cámara de Diputados la encargada de designar al sucesor de Barack Obama. Se trataría sin duda de un terremoto político, pero como los republicanos son también mayoritarios en esa cámara, Trump tiene casi asegurada su victoria final.
Un sondeo de Politico/Morning Consult publicado el lunes muestra que los estadounidenses tienen poco entusiasmo por esta rebelión: 46% de ellos estima que los grandes electores estarían obligados a respetar el voto de sus respectivos estados, mientras 34% piensa lo contrario.
Están más divididos, en cambio, respecto a la oportunidad de modificar la Constitución para remplazar el sistema actual por el sufragio universal directo: 46% está a favor y 40% en contra.
El Congreso anunciará de todas formas el nombre del presidente electo el 6 de enero tras el recuento oficial de los votos. Los estados disponen hasta el 28 de diciembre para enviar el resultado de la votación al Congreso.
- División entre los demócratas-
Las denuncias de los servicios de inteligencia estadounidenses de que Rusia operó en favor de Trump durante la campaña electoral agregaron aún más picante al debate.
Diez grandes electores (nueve demócratas y un republicano) dirigieron una carta abierta a James Clapper, director saliente de la Inteligencia Nacional, para ser informados acerca de la investigación realizada sobre este tema antes de emitir su voto.
La demanda fue apoyada por John Podesta, exdirector de campaña de Hillary Clinton, miles de cuyos mensajes electrónicos fueron pirateados en las semanas precedentes a la elección y divulgados en Internet. Clapper no contestó.
'La verdadera cuestión consiste en saber por qué los demócratas (...) tratan de todas las maneras posibles de deslegitimar el resultado de la elección', protestó el domingo Reince Priebus, un allegado a Trump que ocupará a partir del 20 de enero el envidiado puesto de secretario general de la Casa Blanca.
Priebus denunció en Fox News intentos de 'intimidación' contra grandes electores. 'Algunos recibieron más de 200,000 emails', dijo, pero estimó que la campaña estaba destinada al fracaso.
El muy activo grupo 'Hamilton electors', respaldado por el cineasta Michael Moore, convocó a manifestaciones para este lunes en todo el país con el fin de que los grandes electores decidan su voto 'de manera consciente'.
El grupo se apoya en conceptos de uno de los padres fundadores del país, según el cual el sistema de los grandes electores había sido instituido para impedir que la presidencia estadounidense pudiera ser asumida por alguien que careciera de las 'cualidades requeridas'.
Pero no todos los demócratas respaldan esta iniciativa. Muy lejos de ello.
'Aun estando de acuerdo con las preocupaciones que suscitan esta elección y Donald Trump, la mayoría de los grandes electores se atendrá, y debería atenerse, a los resultados de las urnas', estimó el domingo en Twitter, David Axelrod, exasesor de Barack Obama.
Una votación contraria 'destrozaría el país', alertó.
Sus posibilidades de éxito son escasas, pero los demócratas que se resisten a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se aferran a la ilusión de que este lunes el Colegio electoral se rebele contra el magnate republicano.
Trump no fue electo directamente por los 136 millones de estadounidenses que votaron el 8 de noviembre sino por 306 de los 538 grandes electores.
Habitualmente, el voto de estos legisladores o militantes locales en su gran mayoría desconocidos por la opinión pública, pasa prácticamente desapercibido y no es más que una formalidad.
En esta ocasión, sin embargo, la personalidad de Trump, el tono extremadamente agresivo de la campaña y el hecho de que la candidata demócrata Hillary Clinton haya claramente superado a su rival republicano (por una diferencia de más de 2,5 millones de votos, según un recuento aún provisorio) dieron al pronunciamiento del colegio un relieve particular.
Para lograr su objetivo, los anti Trump deben convencer al menos a 37 grandes electores del Grand Old Party, como se denomina al Partido Republicano. Pero nada indica que lo vayan a lograr.
Hasta ahora, apenas uno, el texano Christopher Suprun, anunció públicamente que responderá positivamente al llamado a la rebelión.
En una columna publicada a comienzos de diciembre en el New York Times, Suprun señaló que no votará por 'alguien que demuestra cada día que carece de las cualidades requeridas para la función presidencial'.
En el improbable caso de que el texano sea imitado por otros 36 grandes electores, sería la Cámara de Diputados la encargada de designar al sucesor de Barack Obama. Se trataría sin duda de un terremoto político, pero como los republicanos son también mayoritarios en esa cámara, Trump tiene casi asegurada su victoria final.
Un sondeo de Politico/Morning Consult publicado el lunes muestra que los estadounidenses tienen poco entusiasmo por esta rebelión: 46% de ellos estima que los grandes electores estarían obligados a respetar el voto de sus respectivos estados, mientras 34% piensa lo contrario.
Están más divididos, en cambio, respecto a la oportunidad de modificar la Constitución para remplazar el sistema actual por el sufragio universal directo: 46% está a favor y 40% en contra.
El Congreso anunciará de todas formas el nombre del presidente electo el 6 de enero tras el recuento oficial de los votos. Los estados disponen hasta el 28 de diciembre para enviar el resultado de la votación al Congreso.
- División entre los demócratas-
Las denuncias de los servicios de inteligencia estadounidenses de que Rusia operó en favor de Trump durante la campaña electoral agregaron aún más picante al debate.
Diez grandes electores (nueve demócratas y un republicano) dirigieron una carta abierta a James Clapper, director saliente de la Inteligencia Nacional, para ser informados acerca de la investigación realizada sobre este tema antes de emitir su voto.
La demanda fue apoyada por John Podesta, exdirector de campaña de Hillary Clinton, miles de cuyos mensajes electrónicos fueron pirateados en las semanas precedentes a la elección y divulgados en Internet. Clapper no contestó.
'La verdadera cuestión consiste en saber por qué los demócratas (...) tratan de todas las maneras posibles de deslegitimar el resultado de la elección', protestó el domingo Reince Priebus, un allegado a Trump que ocupará a partir del 20 de enero el envidiado puesto de secretario general de la Casa Blanca.
Priebus denunció en Fox News intentos de 'intimidación' contra grandes electores. 'Algunos recibieron más de 200,000 emails', dijo, pero estimó que la campaña estaba destinada al fracaso.
El muy activo grupo 'Hamilton electors', respaldado por el cineasta Michael Moore, convocó a manifestaciones para este lunes en todo el país con el fin de que los grandes electores decidan su voto 'de manera consciente'.
El grupo se apoya en conceptos de uno de los padres fundadores del país, según el cual el sistema de los grandes electores había sido instituido para impedir que la presidencia estadounidense pudiera ser asumida por alguien que careciera de las 'cualidades requeridas'.
Pero no todos los demócratas respaldan esta iniciativa. Muy lejos de ello.
'Aun estando de acuerdo con las preocupaciones que suscitan esta elección y Donald Trump, la mayoría de los grandes electores se atendrá, y debería atenerse, a los resultados de las urnas', estimó el domingo en Twitter, David Axelrod, exasesor de Barack Obama.
Una votación contraria 'destrozaría el país', alertó.