No llevar mascarilla en los países afectados por la pandemia “no es cuestión cultural; es una estupidez”, asegura Wang Xinghuan, doctor que dirige el hospital Leishenshan, uno de los dos construidos en apenas diez días en Wuhan por la epidemia.
El hospital que acogió a 2,011 pacientes durante lo peor de la epidemia, ya solo cuida a 15 enfermos y dejará de estar operativo el próximo miércoles. Este sábado, la Comisión Nacional de Sanidad ha anunciado que los enfermos que aún permanecen en él, y en el otro hospital, Huoshenshan, serán trasladados a otros hospitales para continuar su tratamiento.
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Después de dos meses y medio, y ya con solo 94 enfermos graves de los 50,000 infectados que -según las cifras oficiales- ha contabilizado desde el comienzo de la crisis, Wuhan ha dicho esta semana adiós al bloqueo por cuarentena que la aislaba del resto del mundo desde el 23 de enero.
Los 42,000 profesionales sanitarios que llegaron de otras provincias para asistir a los hospitales inicialmente desbordados han vuelto a sus hogares. El hospital Leishenshang, cuyos módulos prefabricados acusan la prisa con la que fue construido, ya no hace falta.
La mayor parte de las 32 alas para pacientes ya se han sellado; en los pasillos solo quedan los dibujos con mensajes de ánimo. Las ambulancias permanecen paradas.
Pero sus responsables aseguran que, pese a la mejora de la situación en Wuhan y el fin oficial de la cuarentena, no se debe bajar la guardia. La ciudad sigue detectando casos asintomáticos, y tiene bajo observación a 44 casos sospechosos. Dos personas han fallecido el viernes por Covid-19.
El director del centro se mostró tajante sobre las medidas que considera fundamentales para derrotar al patógeno. La primera, el uso de mascarillas entre toda la población, “una medida muy importante para la salud de todo el mundo. No llevarla es estúpido. Es una manera fundamental de protegerse a uno mismo y los demás”. Hasta tal punto, subraya, que “si no se lleva mascarilla, no se puede controlar la infección”.
Las cuarentenas para los casos sospechosos o leves en centros designados y lejos del núcleo familiar, junto a un confinamiento estricto, también son una medida básica. Si estas personas permanecen en sus hogares “infectarán a muchos miembros de la unidad familiar. La cuarentena en casa no funciona”, de acuerdo a la experiencia vivida en Wuhan, subraya Wang.
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