LIMA, PERÚ.- Cuando fue electo el año pasado, el maestro rural de izquierda Pedro Castillo se convirtió en el primer presidente de Perú sin lazos con las élites.
Generó esperanzas de reformas, pero como varios de sus predecesores, fue destituido el miércoles en medio de acusaciones de corrupción, horas después de que intentara infructuosamente disolver el Congreso. Más tarde, la fiscalía de Perú anunció su detención.
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Castillo, de 53 años, era prácticamente desconocido hasta hace cinco años, cuando lideró una gran huelga del magisterio que forzó al gobierno a aumentar los salarios.
Nació el 19 de octubre de 1969 en Puña, un pueblo del distrito de Chota, en la región norteña de Cajamarca, donde fue maestro de una escuela rural durante 24 años. Es el tercero de nueve hermanos y sus padres son campesinos analfabetos.
De niño, ayudaba a sus padres en el trabajo de la granja y debía caminar varios kilómetros para ir a la escuela.
“Por primera vez, nuestro país será gobernado por un campesino, una persona que pertenece a los sectores oprimidos”, dijo el día que asumió la presidencia, emocionado, vistiendo un traje tradicional andino negro y un enorme sombrero blanco típico de su pueblo.
“No más pobres en un país rico”, repitió como un mantra el ahora expresidente durante su campaña como abanderado de Perú Libre, un minoritario partido marxista leninista.
Con su sombrero blanco de copa alta típico de Cajamarca recorrió el país, a veces a caballo, para conseguir votos. En ocasiones poco formales, vestía poncho y sandalias confeccionadas con neumáticos usados.
Prometió “un país sin corrupción” y conquistó el sentimiento de indignación de millones de peruanos.
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Dio una gran sorpresa al superar por estrecho margen en el balotaje a la derechista Keiko Fujimori, hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori (1990-2000).
Tras ser electo, sin embargo, un asesor de imagen le aconsejó que abandonara el sombrero para mejorar sus bajos índices de aprobación.
Católico, acostumbraba citar pasajes bíblicos para justificar su rechazo al aborto, al matrimonio homosexual y a la eutanasia.
En el patio de su casa hay un cuadro de Jesús rodeado de ovejas con la leyenda en inglés “Jehova is my shepherd” (Jehová es mi pastor).
“Ataque sin cuartel”
La destitución de Castillo por “permanente incapacidad moral” fue aprobada el miércoles, horas después de que el mandatario anunciara la disolución del Congreso, instalara un toque de queda y dijera que gobernaría por decreto.
Apenas dos horas después, la vicepresidenta Dina Boluarte asumió la jefatura del Estado en el Congreso hasta el fin del mandato de Castillo, en julio de 2026.
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Fue el tercer intento del Congreso por sacar del poder a un presidente que registraba un rechazo de 70% y que tiene seis investigaciones judiciales en su contra por corrupción y fraude. Varios familiares y allegados suyos también han sido acusados de corrupción.
La pertinaz pugna entre el Ejecutivo y Legislativo se atizó este año por una investigación fiscal contra el líder sindical por dirigir una presunta “organización criminal” que reparte contratos públicos a cambio de dinero.
La oposición le acusaba además de falta de rumbo. Criticaban sus constantes crisis ministeriales que se tradujeron en cinco gabinetes y una rotación de 80 ministros, algo inédito en Perú.
Para la mayoría del Congreso “no es posible que un campesino gobierne al país”, dijo el miércoles el expresidente al anunciar que cerraba el parlamento.
Pero las fuerzas armadas y la policía no lo apoyaron, y el Congreso lo ignoró y aprobó su juicio político.
Una moción similar derivó en la caída de los exmandatarios Pedro Pablo Kuczynski en 2018, y Martín Vizcarra en 2020. El expresidente Alberto Fujimori fue destituido por el Congreso en noviembre de 2020.
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En 2017, durante la huelga magisterial que encabezó, el gobierno vinculó a los líderes del magisterio con el Movadef, brazo político de la derrotada guerrilla maoísta Sendero Luminoso, considerado “terrorista” en Perú.
“Rechazo categóricamente las denuncias”, replicó Castillo, quien había integrado en Cajamarca las “rondas campesinas” armadas que resistían incursiones de Sendero durante el conflicto interno (1980-2000).
Cerca de su casa, Castillo tiene una granja de una hectárea donde cultiva maíz y patatas, y cría pollos y vacas.
Cuando conoció en el palacio de gobierno a su predecesor, el presidente interino Francisco Sagasti, le preguntó en broma dónde colocaría a todos sus animales de la granja.
Sugirió entonces que la residencia presidencial podría convertirse en un museo para quebrar los símbolos de la época colonial, y dijo que volvería a ser maestro cuando terminara su mandato en 2026.