La razón que proporcionó por la cancelación del contrato con Boeing es que los problemas de diseño del proyecto eran imposibles de superar o demasiado caros para corregirlos.
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Más allá de los problemas inmediatos, el Pentágono estudia si debe iniciar de cero el diseño de la defensa contra los misiles balísticos intercontinentales como los que aspira a fabricar Corea del Norte, así como los nuevos tipos de misiles.
Un indicio de esa preocupación es la declaración del Pentágono de que invitará a la industria a competir en la creación de un “interceptor nuevo, de próxima generación”, posiblemente un arma capaz de enfrentar los misiles hipersónicos que están creando Rusia y China.
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El Pentágono cuenta actualmente con 44 interceptores de misiles instalados principalmente en Alaska. Cada uno está diseñado para su lanzamiento desde un silo subterráneo, para que vuele más allá de la atmósfera terrestre y suelte un “vehículo mortal”, un artefacto que se dirige hacia su blanco y lo destruye mediante la fuerza de la colisión.
Se han realizado pruebas con estas armas, pero nunca se han utilizado en combate real.