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'¿Qué hubiera hecho Jesús?': curas se arriesgan para consolar a enfermos de Covid-19  

Los padres acogen así el llamado del papa Francisco, quien ha pedido a los sacerdotes visitar a estos enfermos

23.05.2020

CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO.-Cuando el sacerdote Adrián Lozano se acercó para absolver de sus pecados a un paciente de coronavirus en un hospital de Ciudad de México, al enfermo le sobrevino un ataque de tos. Y al cura una pregunta crucial: ¿retroceder o consolar?

Mientras el paciente se ponía una máscara de oxígeno para seguir respirando, Lozano ahondaba en su reflexión: ¿Qué hubiera hecho Jesús?'. Hoy sigue visitando a los enfermos de Covid-19 junto con otros dos sacerdotes.

'Me dije: 'Si me hago para atrás protegiéndome, le voy a aumentar su soledad, su sensación de rechazo'', cuenta a la AFP el religioso de 53 años frente a un crucifijo y una imagen de la Virgen en una parroquia en el sur de la capital.

'Jesús no se hubiera echado para atrás', sentencia.

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En la misma iglesia, el padre Andrés López, de 35 años, hace una demostración del protocolo que sigue en el hospital: se cambia la sotana negra por un overol blanco, bata, guantes, máscara y gafas para asistir espiritualmente a los contagiados.

Lozano, López y el padre Roberto Funes, de 49 años, visitan una vez por semana a pacientes de Covid-19 en el Hospital General de México, lo que les ha exigido aprender técnicas de protección y manejar el miedo.

Acogen así el llamado del papa Francisco, quien ha pedido a los sacerdotes visitar a estos enfermos.

- Lloran de emoción -

El trabajo de asistir a un infectado en sus últimos momentos o dar la absolución es complejo por el riesgo de contagio; pero también vital en un país con más de 100 millones de católicos.

'Llega un gran consuelo, varios pacientes empiezan a llorar de la emoción de que son visitados', dice Lozano, quien afirma terminar tan cansado como si hubiera corrido un maratón.

Los presbíteros administran el sacramento de la reconciliación o perdón de los pecados, pero no la extremaunción, pues no pueden ungir a los pacientes por razones sanitarias.

Varios hospitales les negaron el acceso por el alto riesgo de infección de la enfermedad, que hasta el viernes dejaba en México casi 7,000 muertos y más de 62,000 contagios.

Nueve sacerdotes y otros tres religiosos católicos han muerto en el país por el virus, mientras la prensa reporta el deceso de 12 pastores evangélicos. El papa considera a los curas fallecidos 'santos de al lado'.

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Los sacerdotes defienden su labor desde la fe y la ley, que prevé la asistencia espiritual en los cuidados paliativos de un enfermo terminal. Así, Lozano y sus colegas finalmente fueron convocados por el Hospital General.

'El paciente enfermo de covid está sufriendo una gran soledad y un gran temor', dice López, inspirado en San Luis Gonzaga, un jesuita que murió en 1591 cuando asistía a enfermos de la peste en Roma.

Este tipo de paciente también 'percibe que él mismo puede ser una amenaza para los demás, y eso es algo muy doloroso', añade.

- 'La mente en blanco' -

El padre López, de ojos claros y pelo casi a rape, se nubló de miedo cuando sacó su equipo de protección el primer día.

'Se me quedó la mente en blanco, se me olvidó lo que me habían enseñado (los médicos) y me empezaron a temblar las manos', relata. La oración -asegura- lo serenó.

A su vida de rituales, estos religiosos tuvieron que incorporar otro, desgastante, el de ponerse y quitarse el equipo que consiguieron por sus propios medios.

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Cumplir este protocolo es aún más riguroso para el padre Andrés, quien visita a pacientes entubados que no pueden hablar y a veces ni siquiera lo escuchan por estar sedados.

'Estamos a metro y medio de distancia (del enfermo), tras una puerta de cristal. Se abre la puerta, hablamos con ellos, oramos un poco y les pedimos que se encomienden a Dios', describe.

Su vivencia está lejos de lo que imaginaron en los inicios de la pandemia.

Cuando 'se empezó a acercar dije: 'A lo mejor sí habrá que entrarle (encarar la situación)'', recuerda el padre Lozano.

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