Está casi tan alto como el colosal estadio Maracaná a sus espaldas. Delante suyo hay una serie de edificios con gente encerrada por el coronavirus, que se asoma por las ventajas o se pasea por los balcones.
Se lleva su trompeta a sus labios y empieza a sonar la música, que ayuda a la gente a combatir el tedio y a olvidarse un poco de la pandemia.
Silva toca temas conocidos, sobre todos los que hablan de Río. Los temas evocan épocas más despreocupadas: Clásicos com o “Ciudad Maravillosa”, “Sé que te amaré”, “Acuarela de Brasil”, “Samba del avión”.
“Todos sufren con la pandemia. Yo trato de levantarle la moral a la población de Río, de aliviar los pesares de estos tiempos que vivimos”, dice Silva, quien lleva 18 años trabajando con el departamento de bomberos de la ciudad. “Llevarle un poco de música, de aire, a esta gente ha sido importante para mí como músico y para el departamento”.
Desde alturas de hasta casi 70 metros (200 pies), ha tocado en toda la ciudad. Incluso en zonas turísticas que estos días están vacías, como la playa de Copacabana y el pie del Pan de Azúcar. También en comunidades pobres como las favelas de Rocinha y Jacarepaguá. El domingo tocó en tres barrios distintos, siempre con su pesado uniforme y su casco de bombero a pesar de que hacía 26 grados centígrados (80 Fahrenheit).
En todos lados lo aplauden y lo alientan.
“Al escuchar esa música nos dan ganas de estar en Río, rescata nuestro sentido de comunidad”, expresó Renata Versiani, asomada por su ventana, desde donde observaba a Silva tocar junto a su marido y su hija. “Iniciativas como esta nos recuerdan lo que somos como comunidad. Me alegra tener una sorpresa como esta”.
Versiani conoce el valor emocional de gestos como este. Es una psicóloga cuya familia, según cuenta, se ha “rendido” a los llamados a permanecer en sus casas.
Los bomberos de Río figuraron prominentemente en la campaña del gobierno estatal para convencer a la gente de la necesidad de que se quede en su casa para combatir la propagación del virus. Recorrieron las legendarias playas de la ciudad transmitiendo por altoparlantes mensajes pidiendo a los bañistas que regresen a sus casas y hablando incluso con la gente.
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Cuando el gobernador de Río impuso medidas restrictivas, los bomberos ayudaron a sacar a la gente de las playas.
En Brasil hay un fuerte debate en torno a la efectividad del aislamiento. El propio presidente Jair Bolsonaro piensa que no funciona y cuestiona a los gobernadores estatales que disponen confinamientos que según el mandatario dañan la economía. Sus presentaciones en público con partidarios contradicen las recomendaciones de las autoridades internacionales de salud y de su propio ministro de la salud.
La población, no obstante, parece prestarles más atención a los expertos. Un estudio de la encuestadora Datafolha de los últimos días indica que el 76% de los brasileños está a favor del aislamiento social.
Silva trata de hacer que el aislamiento no resulte tan agobiador.
En el barrio Flamengo de Río el sol se reflejaba en su trompeta cuando tocaba los últimos temas. El himno de Brasil, luego “Aleluya”. La gente aplaudió con los brazos por encima de sus cabezas cuando la escalera empezó a bajar.
“Felicitaciones a estos héroes”, dijo Silva, señalando a los bomberos debajo suyo.
Luego se puso las manos en el corazón y se inclinó hacia adelante con modestia.