Como suele ocurrir en Venezuela, los seguidores del presidente Nicolás Maduro también marcharán desde otros tres puntos de la ciudad rumbo al palacio de gobierno, en el centro de Caracas, en “contra de los fascistas”, que según el oficialismo, dirigen las organizaciones políticas de oposición, y en apoyo a la “Revolución Bolivariana”, como llaman al proyecto político ideado por el fallecido presidente Hugo Chávez que busca convertir a Venezuela en un estado socialista.
Guaidó, jefe de la Asamblea Nacional y que en enero se declaró presidente interino del país, dijo que necesita de la participación de todos para lograr el cese del mandato de Maduro, que se instale un gobierno de transición a cargo de llevar adelante unas elecciones libres.
La iniciativa del líder opositor, empero, luce cuesta arriba.
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Guaidó cuenta con el respaldo de muchos venezolanos que atribuyen al gobierno actual la crisis política y económica que azota a Venezuela, así como de más de 50 países que consideran que Maduro fue reelegido en unos comicios fraudulentos. Pero las fuerzas armadas, históricamente la palanca de cambios políticos en Venezuela, permanecen leales al gobierno.
En los últimos meses, Guaidó también ha visto disminuir el número de personas que responden a su llamado a la calle y cada vez son más los que dudan sobre su capacidad rescatar la esperanza de que es posible poner fin al mandato de Maduro.
La manifestación opositora se produce en momentos que protestas masivas han estremecido a varios gobiernos de la región, entre ellos Chile y Ecuador, donde sus gobernantes fueron forzados a dar su brazo a torcer ante las exigencias de sus ciudadanos. En Bolivia, las protestas obligaron al presidente izquierdista Evo Morales a renunciar y exiliarse en México.
En Chile, el gobierno de derechas de Sebastián Piñera y la oposición han alcanzado un acuerdo para para cambiar la Constitución heredada de la dictadura militar de 1973-1990.
Maduro, por su parte, no parece estar dispuesto a ceder y tomó sus previsiones.
De cara a las protestas del sábado, exhortó a sus seguidores a mantenerse vigilantes en las calles y ordenó a los jefes de militares y policiales a reforzar el patrullaje en todo el país. Además el gobernante dio la orden de desplegar a las milicias venezolanas, integradas por civiles armados, para “garantizar la paz” en calles y avenidas.