Por Natalie Kitroeff y Robert Gebeloff/The New York Times
CIUDAD DE MÉXICO — El adolescente practicó conducir desde su departamento en San Diego, California, a Tijuana y de regreso, siguiendo las órdenes de los criminales para los que trabajaba en México. Ensayó cómo respondería a las preguntas de los agentes fronterizos estadounidenses.
Los hombres que le pagaban habían abierto un compartimento secreto en su coche lo suficientemente grande como para albergar varios ladrillos de fentanilo. Cuando lo llenaron por primera vez y lo enviaron hacia la frontera, Gustavo, que entonces tenía 19 años, empezó a temblar.
En el puesto de control, dijo tranquilamente a los agentes fronterizos que se dirigía a casa. Miraron su pasaporte estadounidense y le hicieron señas para que pasara.
Desde el 2019, cuando México superó a China para convertirse en el proveedor dominante de fentanilo en Estados Unidos, los cárteles han estado inundando al País con el opioide sintético. La cantidad de fentanilo que cruza la frontera se ha multiplicado por 10 en los últimos cinco años. México ha sido la fuente de casi todo el fentanilo incautado por las autoridades estadounidenses en los últimos años.
El ex Presidente Donald J. Trump y otros republicanos han culpado de ello a las políticas fronterizas del Presidente Joseph R. Biden Jr., explotando la creencia de que los inmigrantes indocumentados lo están trayendo.
En realidad, el grupo más grande conocido de contrabandistas de fentanilo son estadounidenses que usan puertos de entrada legales. Más del 80 por ciento de las personas sentenciadas por tráfico de fentanilo en la frontera entre EU y México son ciudadanos estadounidenses, muestran datos de EU.
Las autoridades dicen que esas cifras apuntan a una nueva estrategia: los cárteles mexicanos están convirtiendo a miles de estadounidenses en mulas de fentanilo.
Bares, gimnasios, centros de rehabilitación y parques de casas rodantes son lugares donde los reclutadores han encontrado mensajeros en los últimos años, muestran los registros judiciales.
Agentes estadounidenses descubrieron una red de reclutamiento dentro de las escuelas de San Diego, donde entre el 2016 y el 2020 estudiantes que trabajaban para grupos criminales en México persuadieron a sus compañeros para que cruzaran la frontera con fentanilo, dijeron tres ex agentes estadounidenses.
“Los cárteles están reclutando directamente a cualquiera que esté dispuesto a hacerlo, que normalmente es alguien que necesita el dinero”, dijo Tara McGrath, fiscal federal en el sur de California.
Gustavo, cuyo nombre completo no se divulga por temor a represalias, fue reclutado después de que le dijo a un amigo que necesitaba dinero. En ese entonces, él era el principal sostén de su madre. Gustavo trabajaba en una tienda de abarrotes, pero batallaba para pagar los recibos.
Después de unos días, su amigo lo llamó y le dijo que conocía a un “viejo de Tijuana” que tenía un trabajo disponible y siempre estaba en un bar al otro lado de la frontera.
Cuando Gustavo fue al bar, dijo que vio a un hombre de mediana edad vestido con ropa de diseñador y rodeado de mujeres. Gustavo se presentó y después de que los dos conversaron un poco, el hombre sacó un grueso fajo de billetes. “’Si realmente quieres trabajar, entonces aquí tienes’”, recordó Gustavo que le dijo el hombre.
Gustavo aceptó el trabajo.
David, un adicto de unos 50 años, dijo que cruzó la frontera con drogas casi todos los días durante tres meses antes de ser detenido por las autoridades. A veces cuando recogía una carga en una casa en Tijuana, dijo, encontraba allí a otros cuatro o cinco estadounidenses. “Cualquiera que pueda cruzar la frontera conduciendo puede conseguir un trabajo allí, literalmente, pasando drogas”, dijo David desde la prisión.
Un reclutador ordenó a Gustavo que cruzara la frontera en un automóvil proporcionado cada tres días. El hombre le dijo a Gustavo que si quería echarse para atrás, le debería miles de dólares.
Después de que Gustavo contrabandeó drogas por primera vez, recibió 6 mil dólares. Pronto estaba ganando decenas de miles de dólares.
Pero unos meses después, en el cruce fronterizo Otay Mesa hacia California, un oficial registró el auto de Gustavo y encontró más de 13 kilos de fentanilo, según documentos judiciales. Gustavo les contó su historia a los oficiales. Fue declarado culpable de tráfico de drogas en agosto del 2021 y sentenciado a 32 meses en prisión.
Gustavo ahora encontró trabajo en la construcción. “Este es un buen camino para mí”, dijo.
Emiliano Rodríguez Mega contribuyó con reportes.
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