Por Alexander Nazaryan / The New York Times
Algo en la hoja impresa llamó la atención de Branko van Oppen de Ruiter. Se encontraba en casa, en los Países Bajos, trabajando de forma remota durante la pandemia para el Museo de Arte de Tampa, en Florida, como curador de exhibiciones griegas y romanas.
En una lista del acervo del museo aparecía una taza del siglo 2 a.C. con el rostro de Bes, un antiguo dios egipcio amante del jolgorio. Había una taza idéntica en el museo de antigüedades Allard Pierson, en Amsterdam, donde él había trabajado. “Eso me fascinó”, dijo.
Los arqueólogos y químicos analizaron la taza y encontraron una sorpresa: contenía rastros de plantas alucinógenas. Como ellos y Van Oppen escribieron recientemente en Scientific Reports, fue la primera evidencia química de que los antiguos egipcios ingerían sustancias alucinógenas.
Los hallazgos se suman a la creciente evidencia de que las civilizaciones en el Mediterráneo y sus alrededores estaban tan conscientes de las propiedades singulares de los alucinógenos como sus contrapartes mesoamericanas. Estudios recientes han hallado que los griegos y los romanos también pudieron haber ingerido plantas psicodélicas, para alcanzar estados espirituales elevados o como parte de un tratamiento médico.
En la antigua tradición egipcia, Bes era responsable de la fertilidad y tenía predilección por las travesuras. “Es un bebedor de cerveza y un alborotador”, un demonio que bien podría responder a las oraciones de un suplicante, dijo Van Oppen.
Hay alrededor de 15 tazas Bes idénticas en museos de todo el mundo. Los expertos dicen que estos objetos, fabricados con moldes, pueden haber tenido un uso generalizado en las sociedades antiguas.
La noticia de la copa Bes en Tampa llegó a Davide Tanasi, arqueólogo digital en la Universidad del Sur de Florida. Tanasi y sus colegas utilizaron métodos químicos y genéticos para identificar residuos orgánicos en el recipiente de cerámica.
Eso arrojó evidencia de dos plantas que se sabe que tienen propiedades alucinógenas: la ruda siria y el nenúfar azul. La taza también mostró rastros de “un líquido alcohólico fermentado derivado de fruta”.
Lo más sorprendente para Tanasi fue la presencia de fluidos corporales humanos, incluyendo leche materna y sangre. Su presencia “realmente te muestra que esto es una poción mágica”, dijo, en lugar de una más medicinal.
También encontraron rastros de flor de araña africana, que algunas sociedades antiguas creían que podía ayudar a la fertilidad y el parto de la mujer. Pero la flor de araña africana y la ruda siria también pueden provocar abortos.
El parto era más peligroso en la antigüedad, señaló Van Oppen. “Toda la experiencia del embarazo era de intensa ansiedad”, dijo. Es posible que la gente haya puesto su fe en un dios voluble y su extraño brebaje.
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