Por Ali Watkins / The New York Times
Los huesos estaban esparcidos a lo largo de una zanja de 15 metros, miles de ellos, con marcas de un fin espantoso. Fémures rotos. Cráneos hendidos. Huesos con cortes de rebanado, como si alguien hubiera destazado la piel.
En 1970, exploradores de cuevas descubrieron los restos en Charterhouse Warren Farm, en el suroeste de Inglaterra. La colección de huesos parecía ser simplemente otra tumba de la Edad de Bronce —algunas víctimas esparcidas entre sedimentos y esqueletos de animales.
Ahora, un estudio publicado en la revista Antiquity de la Universidad de Cambridge sugiere que en Charterhouse Warren se desarrolló una saga impresionantemente sombría, a una escala mucho mayor de lo que se pensaba anteriormente: los huesos pertenecen a al menos 37 hombres, mujeres y niños que fueron masacrados y posiblemente consumidos en un festín ceremonial después de su masacre.
“Fue completamente inesperado y totalmente atípico para la época y para casi toda la prehistoria británica”, dijo Rick Schulting, profesor de arqueología en la Universidad de Oxford que dirigió el estudio.
Al parecer, las víctimas fueron asesinadas y enterradas en algún momento entre 2210 y 2010 a.C.
La prehistoria humana es un capítulo brutal, pero las conclusiones de los investigadores sobre este incidente destacan. Es casi seguro que fue un suceso único que dejó decenas de hombres, mujeres y niños muertos, desmembrados y despojados de carne.
Hay poca evidencia de que las víctimas estuvieran armadas; parecía que estaban cautivos o fueron completamente sorprendidos por el ataque.
En un hueso de mandíbula hay indicios de que los atacantes le cortaron la lengua a la víctima. Los rasguños y cortes rudimentarios sugieren que se rebanó la piel y los músculos de los huesos. Fragmentos más pequeños de manos y pies muestran señales de haber sido roídos repetidamente —“consistente con los molares planos de los omnívoros, incluidos los humanos”, dijo el estudio.
Los arqueólogos señalaron que la simple cantidad de humanos y animales consumidos sugiere que cientos de invitados podrían haber asistido a este espantoso festín.
Sin embargo, el misterio perdurable en torno a los restos es: ¿por qué? El incidente guarda poca semejanza con otros descubrimientos arqueológicos cercanos y no existe un contexto histórico que explique fácilmente una masacre tan brutal e indiscriminada.
Los arqueólogos sólo saben que la masacre fue una señal formidable, una advertencia, para poner un ejemplo con los difuntos y enaltecer a los asesinos.
Es casi seguro que una conducta tan espantosa habría inspirado asesinatos o ataques de venganza, pero esos restos podrían haberse perdido en la historia.
“No creo que esto pueda suceder sin consecuencias”, dijo Schulting.
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