Por: Cara Giaimo/ The New York Times
Los aguacates son auténticos superalimentos: densas y mantequillosas mordidas de vitaminas, grasa y fibra, todo en un paquete del tamaño de la mano.
Pasó mucho tiempo para hacerlos así. Un artículo publicado recientemente en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, dice que las personas en lo que hoy llamamos Honduras hicieron de los aguacates una parte de sus dietas hace al menos 10 mil años e intencionalmente los mejoraron a partir de hace más de 7 mil 500 años.
Esto significa que la domesticación de la fruta en este sitio comenzó miles de años antes de la llegada de plantas más comúnmente estudiadas como el maíz.
“La gente estaba domesticando y cultivando sus bosques” mucho antes de sembrar cultivos, dijo Amber VanDerwarker, profesora de antropología en la Universidad de California, en Santa Bárbara y una autora del artículo.
Los aguacates surgieron por primera vez en el centro de México hace unos 400 mil años. Originalmente, fueron dispersados por la megafauna: los perezosos terrestres gigantes, gonfotéridos y toxodontes los devoraban con todo y huesos. A finales del Pleistoceno, hace unos 13 mil años, la megafauna había extendido los frutos oleaginosos por el centro y norte de Sudamérica, y les permitió diversificarse en al menos tres especies diferentes.
Pero una extinción masiva de la megafauna puso fin al Pleistoceno. Sin animales lo suficientemente grandes como para comer aguacates enteros y esparcir sus huesos, su área de distribución comenzó a reducirse. En este punto, los humanos —que sin la megafauna necesitaban nuevas fuentes de alimento— comenzaron a cultivar la fruta, “salvando los aguacates”, dijo Doug Kennett, profesor de arqueología ambiental también en la Universidad de California, en Santa Bárbara, y otro autor del artículo.
Los investigadores se centraron en El Gigante, una cueva elevada en Honduras que la gente comenzó a frecuentar hace 11 mil años. Durante generaciones, humanos dejaron montones de semillas de calabaza, granos de maíz, hojas de agave y muchos desechos más. Los investigadores usaron datación por radiocarbono para ordenar cronológicamente estos restos y midieron docenas de huesos de aguacate y miles de fragmentos de cáscara que encontraron allí.

Al principio, la basura estaba llena de huesos del tamaño de cerezas y trozos delgados de cáscara. La gente “simplemente recogía frutos de sus árboles cuando los necesitaba”, dijo VanDerwarker.
En capas de hace unos 7 mil 500 años, los huesos se habían vuelto más grandes y las cáscaras más robustas. Esto sugiere que las personas manejaban los árboles existentes, podando algunas ramas y nuevos frutos para estimular el crecimiento de los restantes.
Y en capas de hace 4 mil 500 años, los huesos habían alcanzado el tamaño de un durazno y el grosor de la cáscara había superado la variación natural de la planta —”un indicador de que las personas habían comenzado a guardar huesos y a sembrar sus propios árboles”, dijo VanDerwarker.
El estudio brinda “nueva evidencia de más de 10 mil años, probablemente, del uso del aguacate”, dijo Tom Dillehay, profesor de investigación en la Universidad de Vanderbilt.
VanDerwarker agregó que una razón para cultivar una cáscara de aguacate gruesa es para que sea más fácil comer la pulpa: “Creo que la gente probablemente ha estado comiendo guacamole durante unos buenos 10 mil años”.
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