Por Theodore Schleifer y Mike Isaac/The New York Times
Hace apenas poco más de una década que Mark Zuckerberg hablaba de temas que le importaban: inmigración, justicia social, desigualdad, democracia en acción. Escribió columnas en periódicos nacionales exponiendo sus opiniones, creó fundaciones y esfuerzos filantrópicos y contrató a cientos de personas para poner su vasta riqueza al servicio de sus objetivos políticos.
Ese fue Mark Zuckerberg cuando tenía veintitantos años. El Mark Zuckerberg de cuarentaitantos años es muy diferente.
En conversaciones en los últimos años con amigos, colegas y asesores, ha expresado cinismo respecto a la política después de años de malas experiencias en Washington. Él y otros altos directivos de Meta, la empresa matriz de Facebook, creen que ambos partidos detestaban la tecnología y que tratar de seguir participando en causas políticas sólo atraería mayor escrutinio.
Tan recientemente como en junio, en la conferencia de Allen and Company —el “campamento de verano para multimillonarios” en Sun Valley, Idaho— Zuckerberg se quejó con varias personas sobre las consecuencias para Meta que surgieron de los aspectos políticamente más delicados de sus esfuerzos filantrópicos. Y lamentó haber contratado empleados en su organización filantrópica que intentaron empujarlo más hacia la izquierda.
Su preferencia, dice más de una docena de amigos, asesores y ejecutivos, ha sido olvidarse de todo. En público, eso significa que se niega a involucrarse con Washington salvo cuando es necesario. En privado, ha dejado de apoyar programas que podrían ser percibidos como partidistas y reprimió el activismo de los empleados en Meta, dijeron estas personas, que hablaron bajo condición de anonimato. También habló con el ex Presidente Donald J. Trump vía telefónica dos veces en el verano, dijeron estas personas, una acción que algunos han caracterizado como un intento por reparar una relación difícil durante mucho tiempo entre los dos.
“Creo que yo no tenía mucha sofisticación en el entorno político y creo que fundamentalmente diagnostiqué mal el problema”, dijo Zuckerberg durante una entrevista reciente en un evento de podcast en vivo en San Francisco. En agosto, Zuckerberg expresó públicamente su pesar respecto a algunas de sus actividades políticas en una carta al Congreso de Estados Unidos. Dijo que en el 2021, la Administración Biden “presionó” a Meta para que censurara más contenido sobre Covid-19 del que se sentía cómodo.
Zuckerberg ahora considera que su política personal es más como libertarismo o “liberalismo clásico”, de acuerdo con personas que han hablado con él recientemente. Eso incluye una hostilidad a las regulaciones que restringen los negocios, acoger los mercados libres y el globalismo y una apertura a las reformas de justicia social —pero sólo si no llegan a lo que él considera progresismo de extrema izquierda.
Es un cambio significativo para un ejecutivo que en el 2013 ayudó a fundar la organización de defensa política Fwd.US, cuyo objetivo era ayudar a crear un camino hacia la ciudadanía para inmigrantes indocumentados. Dos años más tarde, Zuckerberg y su esposa, Priscilla Chan, establecieron la Iniciativa Chan Zuckerberg, una organización filantrópica que invirtió 436 millones de dólares en cinco años a cuestiones como la legalización de las drogas y la reducción del encarcelamiento.
En el 2015, Zuckerberg y Chan escribieron una carta a su hija recién nacida, soñando con un mundo equitativo donde pudieran “eliminar la pobreza y el hambre”, “proporcionar a todos atención médica básica” y “fomentar relaciones pacíficas y comprensivas entre las personas de todas las naciones”.
Pero durante los siguientes años, Facebook enfrentó acusaciones de que los rusos lo habían utilizado para avivar divisiones entre los electores. Demócratas y republicanos criticaron a Facebook y su servicio hermano Instagram por permitir demasiado —o muy poco— discurso político. En el 2019, Zuckerberg comenzó a expresar desconcierto por la cambiante política estadounidense, dijeron dos personas cercanas a él.
Después de las elecciones del 2020, Zuckerberg y Chan fueron criticados por donar 400 millones de dólares a la organización sin fines de lucro Center for Tech and Civic Life para ayudar a promover la seguridad en las urnas durante los confinamientos pandémicos. Ellos vieron sus contribuciones como un esfuerzo apartidista, pero los conservadores, incluyendo a Trump, criticaron lo que dijeron era un intento por aumentar la participación electoral en las áreas demócratas.
“Entendería que Mark Zuckerberg se sintiera frustrado por la controversia fabricada sobre esto”, dijo David Becker, quien dirigió otro de los programas del 2020 respaldados por Zuckerberg, el Centro para la Innovación e Investigación Electoral.
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