Por Jenny Gross, Steven Erlanger y Christopher F. Schuetze / The New York Times
Europa lleva años batallando para limitar el número de migrantes no autorizados que entran por tierra y mar, instituyendo políticas cada vez más férreas. Esas medidas ahora parecen estar funcionando, ya que el número de migrantes que cruzan a países de la Unión Europea ha disminuido drásticamente desde los máximos del año pasado.
Pese a la disminución en los arribos de migrantes, el sentimiento antiinmigrante está floreciendo, con los líderes adoptando o considerando políticas más duras a las que los principales partidos políticos se habrían resistido hace apenas unos años.
En Italia, la Primera Ministra Giorgia Meloni está intentando enviar a Albania a los migrantes rescatados en el Mediterráneo. Alemania, uno de los países más acogedores durante una ola migratoria en el 2015, ha ampliado las patrullas a todas sus fronteras terrestres. Y Polonia planea introducir legislación para suspender temporalmente el derecho de los recién llegados a solicitar asilo.
Las medidas represivas han sido impulsadas en parte por partidos xenófobos y antiinmigrantes que han aprovechado el temor a una migración descontrolada y una dilución de la identidad nacional. Sus argumentos están ganando un público más receptivo entre los europeos, a quienes les preocupa que la afluencia de migrantes sea inmanejable y están frustrados porque aproximadamente el 80 por ciento de los solicitantes de asilo rechazados nunca son deportados.
Sus líderes, algunos de ellos de cara a elecciones, han tomado nota. En Alemania, los demócratas cristianos —el partido de la ex Canciller Angela Merkel, que dio la bienvenida a los inmigrantes en el 2015— han estado presionando fuertemente para que se adopten medidas más duras y lideran las encuestas.
“La extrema derecha es la norma en lo que respecta a la migración ahora”, dijo Susi Dennison, miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, en París.
Un reporte de la UE en el 2018 concluyó que enviar a solicitantes de asilo a países terceros sin procesar sus solicitudes no estaba permitido por la legislación de la UE y el derecho internacional. Así que fue una señal de hasta qué grado se ha desplazado la conversación a la derecha cuando Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, elogió el plan de Italia como “una idea creativa”.
De acuerdo con el plan de Meloni, los inmigrantes serían tamizados en Albania y permanecerían en centros de detención mientras esperan decisiones sobre sus solicitudes de asilo.
El plan ha sido frenado por un tribunal italiano que cuestionó si los solicitantes de asilo de países posiblemente inseguros podrían ser retenidos en Albania. Meloni ha apelado el fallo del tribunal.
Rechazar a los solicitantes de asilo puede resultar complicado. A menudo los países de origen de los migrantes se niegan a acogerlos de vuelta. Mientras el proceso de deportación se prolonga, los migrantes pueden trasladarse sin ser detectados a otros países del bloque, ya que existen pocas restricciones para viajar entre muchas naciones europeas.
Raphael Bossong, investigador en el Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad, dijo que sería un enorme reto encontrar países dispuestos a acoger a solicitantes de asilo rechazados, cuando no hay una forma clara de deportarlos legalmente.
Niki Kitsantonis y Emma Bubola contribuyeron con reportes a este artículo.
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