Por Joshua Barone / The New York Times
SALZBURGO, Austria — El escenario del Felsenreitschule, un teatro excavado en la ladera de una montaña en Salzburgo, Austria, tiene 40 metros de ancho. Para los artistas, el camino hasta el centro, dependiendo de los nervios, puede resultar eterno.
La violinista María Dueñas, de 21 años, hizo ese recorrido para su debut en el Festival de Salzburgo este verano. Pero se sintió reconfortada en el momento en que vio la orquesta.
“Me di cuenta de que estaba en un espacio seguro”, dijo.
Una vez que encontró su lugar, engarzado en el semicírculo de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Viena, levantó su arco y soltó un sol abierto constante y luego conmovedor al inicio del Primer Concierto para Violín de Bruch. Durante el lento segundo movimiento, escuchó la sala mientras tocaba y notó que no podía oír a la gente respirar.
“Para mí, ese es un muy buen concierto”, dijo. El silencio atónito es común en las presentaciones de Dueñas, quien, en una industria siempre ansiosa por el próximo prodigio, ha surgido como algo especial: una artista de carácter decidido, con algo, qué decir y la habilidad para decirlo de manera brillante.
Ella infunde una nueva perspectiva y vigor a un repertorio muy visitado, como el Bruch; en piezas nuevas toca con la clase de pasión que puede conquistar a una audiencia escéptica. Y en octubre, después de haber tocado con las mejores orquestas, hizo su debut en recital como solista en el Carnegie Hall de la ciudad de Nueva York.
“Tiene su propio tono, su propio lenguaje y nunca copia a los grandes violinistas”, afirmó el director Manfred Honeck, uno de sus colaboradores. “Y, sin embargo, estoy convencido de que ella será uno de ellos”.
Nacida en Granada, España, Dueñas vio a un violinista solista en concierto cuando tenía alrededor de 5 años y, al poco tiempo, estaba tomando lecciones.
Aprendió a tocar el instrumento rápidamente, sobre todo porque le encantaba practicar. “No lo veía como trabajo”, dijo Dueñas.
Para los 7 años estaba matriculada en el conservatorio local. Una beca le permitió estudiar en el extranjero en Dresde, Alemania. Después de un año y medio, la familia se mudó a Viena, donde Dueñas comenzó a estudiar con Boris Kuschnir. Cuando tenía 14 años, ya estaba ganando competencias mundiales.
Las agencias de representación tocaron la puerta, al igual que los sellos discográficos. Terminó en la misma agencia que Honeck. Impresionado, él la invitó a unirse a la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh, de la que él es director musical, de gira como solista.
Para “Beethoven and Beyond”, un álbum del 2023 con Honeck y la Sinfónica de Viena, grabó y lanzó cinco versiones de las cadenzas del Concierto para Violín de Beethoven, incluyendo la propia. “Ella realmente tenía algo que decir”, dijo Honeck.
Gustavo Dudamel, el maestro de la Filarmónica de Los Ángeles, también se enamoró de su forma de tocar. “Tiene un alma artística”, dijo.
Cuando él y la Filarmónica encargaron un concierto para violín a Gabriela Ortiz, él sugirió que fuera escrito para Dueñas. Ortiz se sorprendió cuando, en su primer encuentro, Dueñas tocó la pieza “Altar de Cuerda” con la energía de alguien que la había estado interpretando durante años.
La pieza se estrenó en el 2022, con excelentes críticas en Los Ángeles y durante la gira. Pero la interpretación de Dueñas ha cambiado desde entonces. “Cada vez hace algo diferente”, dijo Ortiz.
Dueñas busca la aventura en cada presentación. “El público puede sentir cuando has tocado algo igual 100 veces”, dijo.
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